Galicia despertó con el Prestige y ya no hay quien la detenga. Una auténtica marea humana de gallegos, madrileños y gentes llegadas de toda España protagonizaron ayer la mayor protesta que se recuerda en las calles de la capital por una cuestión que afecta a un solo rincón del país. Medio millón de personas se desgañitaron para recordarle al Gobierno que, 102 días después del siniestro, la herida no se ha cerrado y no lo estará hasta que pagen los responsables y haya garantías de que la catástrofe no se volverá a repetir.

Como en anteriores manifestaciones organizadas por la plataforma Nunca Máis, uno de los gritos más oídos volvió a ser "dimisión", pero a diferencia de la gran protesta de Santiago de Compostela, esta exigencia tenía ayer nombres y apellidos: Manuel Fraga y Francisco Alvarez-Cascos. El manifiesto final, leído por el escritor Manuel Rivas en la Puerta del Sol, explicaba con ironía, con retranca gallega, los motivos.

"Cada vez que el ministro de Fomento y Caza se ratifica en todas las decisiones, un estremecimiento recorre la espina dorsal de Galicia. Dios mío", sentenció .

A Fraga, que desapareció las primeras semanas de la crisis, Rivas le recordó que si quiere un final político digno, tiene una fórmula a mano: "Marcharse, dejarlo".

LOS PERROS QUE NO LADRAN

Y a Aznar le recordó, entre multitudinarios aplausos, que "el Gobierno ha actuado tarde y mal" y que los manifestantes no son "perros que ladran su rencor por las esquinas" sino gente de una Galicia que ha "despertado" y que ya no cree "en cuentos para mantenerla dormida". También vaticinó que los gallegos seguirán movilizados e irán hasta donde haga falta para lograr poner fin "de una vez al nepotismo, al caciquismo y al clientelismo". No olvidó el manifiesto la condena al terrorismo, las dictaduras y a la guerra. "Nuestra guerra es la del chapapote", dijo.

Los que aclamaban eran casi 200.000 pescadores, marineros, mariscadores y gallegos de tierra adentro que habían pasado la noche en blanco montados en 1.200 autocares. Pero eso era sólo el cuerpo central de la manifestación. Los gallegos estuvieron arropados por los omnipresentes actores. Javier Bardem, Luis Tosar y Juan Diego Botto sujetaron la pancarta que abría la marcha junto a Rivas y el resto de representantes de Nunca Máis. Detrás, mariscadores y marineros y en un discreto segundo plano marcharon los máximos representantes de los partidos que apoyaron el acto.