Un hombre que la mayor parte de su vida fue por ahí con el rótulo de Winston man solo podía morir de cáncer, pensarán algunos. Y puede que tengan razón. El autoproclamado hombre Winston, imagen de la conocida marca de cigarrillos durante los años 60, falleció el pasado viernes después de librar una larga y encarnizada lucha contra la enfermedad; lo cual, dirán algunos, no es demasiado extraño, teniendo en cuenta que en su robusta juventud llegó a consumir hasta cuatro paquetes al día. Alan Landers, un judío nacido en Brooklyn que en realidad se llamaba Alan Stewart Levine, tenía 68 años y llevaba más de 20 flirteando con la muerte: cáncer en el pulmón derecho, en el pulmón izquierdo y en la laringe; enfisema pulmonar e infarto. Falleció sometido a un tratamiento de radioterapia diaria y quimioterapia semanal. Un infierno en toda regla, y con todos los ingredientes para dar al lobi contra el tabaco un nuevo icono. Así se acaba, dirán.

Landers empezó a fumar cuando tenía nueve años, y fue, durante décadas, un consumidor empedernido, el angustiante vicioso que encendía un cigarrillo tras otro; pero acabó asqueado, escupiendo en las cajetillas rojas. ¿Quién lo iba a pensar? Su mueca de galán cosmopolita y los eslóganes de Winston fueron durante años un todo. Winston sabe bien, como sabe un buen cigarrillo . Y ahí estaba él, joven y sonriente, apretando un pitillo con los dientes. Se trataba del mismo sujeto que años después --al igual que su colega más famoso, el hombre Marlboro-- iba a encabezar una aguerrida campaña contra las tabacaleras, a las que acusó de engañar a sus clientes; el mismo que, cuando le echaban en cara sus 28 paquetes semanales ("¿qué esperabas?"), explicó que su adicción era muy fuerte, y las advertencias, mínimas.

"Cuando repaso mi carrera siento vergüenza de haber ayudado a promover un hábito tan letal y adictivo entre los niños y los adultos de este país", se lamentó alguna vez. Puede que su mayor tragedia haya sido que la muerte, después de acecharlo durante tanto tiempo --el primer cáncer se lo diagnosticaron en 1987--, lo sorprendiera justo ahora, en este febrero, cuando faltaba tan poco para que sus anhelos de justicia se convirtieran en algo concreto: el 13 de abril iba a afrontar el juicio contra la R. J. Reynolds Tobacco Company, propietaria de la marca Winston. Llevaba, desde 1995, cuando interpuso la demanda, 14 años esperando.

Las leyes de Florida, donde acabó viviendo Landers, permiten que sus parientes hereden la causa, pero el hombre Winston no tenía padres, ni pareja, ni hijos. Así que su demanda se la lleva a la tumba.