Los 17 relatos de La novia parapente discurren con la levedad de un suspiro. En realidad podrían ser suspiros sino estuvieran protagonizados por personas, a las que la narradora aragonesa Cristina Grande ha mirado como quien mira a través de un microscopio y relata lo que ve en cada momento. El libro que contiene estas narraciones se presentó ayer en Cáceres, dentro de la programación cultural de la asociación Aldaba.

La edición publicada por Xordica es en realidad una reedición ampliada del libro que publicó la editorial Prensas Universitarias de Zaragoza (con una tirada de 500 ejemplares, que se agotó enseguida), y al que la escritora ha añadido cinco cuentos más.

Protagonizados por mujeres que aman, buscan placer, se decepcionan, ven frustradas algunas expectativas o se divierten, estos relatos reflejan a veces "una realidad que no se ve a primera vista. Lo que cuento parte de la vida y refleja algo de ella".

AUTOBIOGRAFICOS

De origen autobiográfico algunos relatos, contados por próximos al escritora otros, Cristina Grande se basa en la experiencia para tomar el material de su obra. "Vivo las cosas casi literariamente y para mí no hay distinción entre la vida de la literatura".

Grande declara su admiración por escritores como Natalia Ginzburg, Isak Dinesen, Carver, pero no es consciente de la influencia de estos y otros en su obra. "Cuando me pongo a escribir un cuento no pienso en ello. Además mis lecturas son caóticas y a veces ni recuerdo los títulos de los libros que he leído".

La narradora aragonesa escribe ahora nuevos relatos. "Me pongo con una novela, pero lo que me salen son cuentos".

El panorama literario en la comunidad aragonesa ha cambiado en los últimos años, según reconoce. La emergencia de numerosas editoriales y de escritores que publican dentro y fuera de la comunidad (Angela Labordeta, Juan Bolea, Mariano Gistain o Carlos Castán) representan esa transformación, a la que también han contribuido los medios de comunicación.

Félix Romeo, que anoche participó en la presentación de La novia parapente , apunta a la creación de un mercado de lectores en esa región y la irrupción de una generación de jóvenes que han promovido estas editoriales.

El propio Romeo simboliza la posibilidad de desarrollar una vocación literaria lejos de los centros culturales del país. Trabajó en Madrid dirigiendo el programa de TVE La Mandrágora. Regresó a Zaragoza y colabora en el suplemento cultural del Heraldo de Aragón, en el del ABC, en las revistas Letras Libres y Revista de Libros y publica su obra narrativa en Anagrama.