Noor de Jordania explicó, ayer en el Parlamento catalán, algunas de las experiencias que ha tenido visitando campos de refugiados, sin que su gesto regio reflejase el más mínimo horror. Le bastaron las palabras: "He visto niños mutilados por las minas que se niegan a dejar de sonreír a pesar de que han perdido alguna extremidad".

El testimonio empezó con una confesión: "Oriente Próximo se encuentra a la cabeza del uso de minas antipersona. El mismo lugar en el que Mahoma dijo que había que eliminar los obstáculos que nos impiden caminar. Esta ironía me ha traído hoy aquí". La hierática viuda de Hussein ha recorrido el mundo prestando su imagen al Acuerdo de Ottawa, que fija el final del uso y la producción de las minas.

Ayer le tocó el turno a Cataluña. La reina fue invitada por la Asociación de las Naciones Unidas en España (ANUE) para conmemorar el quinto aniversario, y el relativo éxito, del acuerdo. "Dos terceras partes de los países del mundo han ratificado ya el tratado. Debemos estigmatizar a los que siguen negándose a hacerlo", dijo en alusión a EEUU, China, India y Pakistán.

CURIOSAS PETICIONES

La visita de la reina vino precedida de curiosas peticiones. Días atrás, la reina solicitó al Parlamento que le enviaran una foto del lugar donde se iba a celebrar el acto para elegir una indumentaria apropiada con el entorno. Ante el barroquismo del salón, Noor se puso sobria y llevó un traje chaqueta negro. El lujo lo dejó para unos grandes pendientes de perlas. Como musulmana, no probó el jabugo. Tampoco el cava. Pidió que le reservaran un lavabo y que lo decoraran con flores, aunque al final no lo usó. En el centro de la foto, la reina junto a diputados catalanes.