El extremeño Rafael Cerro cortó una oreja en la quinta de la Feria de Julio y se convirtió por su toreo y actitud en el protagonista de un festejo en el que se lidió una desigual novillada de Los Galos, en la que el valenciano Pascual Javier también tocó pelo. Los dos fueron volteados sin consecuencias.

Rafael pasó a la enfermería tras ser cogido al entrar a matar a su primero y fue atendido de un fuerte hematoma en la ingle que no le impidió continuar la lidia.

Entró por la vía de la sustitución, reemplazando al mexicano Sergio Flores, pero cuando acabó la tarde, todo el mundo sabía quién era Rafael Cerro, novillero que además de apoderar Ortega Cano, dejó constancia de su proyección y buen concepto del toreo.

A su primero, Cerro siempre trató de hacerle las cosas bien, desde el templado saludo a la verónica, pasando por un toreo inicio de faena, hasta cuajarle muletazos realmente buenos al natural.

El premio sí llegó para Cerro ante el sexto, al que cuajó la faena de la tarde por serenidad, temple y ligazón. Siempre bien colocado, el extremeño, brilló sobre ambas manos y los remates, tanto en los pases de pecho como en las trincheras por abajo, tuvieron sabor y torería.