Fernando Adalid Penas, el taxista barcelonés que el lunes confesó haber matado a su novia, la médica de Tarragona Gloria Sanz Silva, intentó simular un secuestro después de estrangularla. Por ello, ocultó el cuerpo en un bosque de Vallirana (Baix Llobregat), estacionó el coche de la mujer a un barrio de Tarragona, manifestó a su familia su indignación por la desaparición y envió una carta a un periódico con su increíble coartada.

El crimen ocurrió el 18 de enero en el domicilio de la joven en Tarragona. Fernando sabía que Gloria estaría sola y viajó desde Barcelona para forzar la reconciliación, ya que habían roto la relación aquella misma semana.Según fuentes policiales, ella le rechazó y él, airado, le atacó. Eran las dos de la tarde.

HERIDA EN EL CRANEO

La autopsia confirmó ayer que la golpeó en la cabeza y que la chica, al caer, se hirió en el cráneo. "Aprovechando que había perdido la conciencia, la estranguló con sus propias manos. Envolvió el cuerpo con ropa que había en la habitación, lo bajó por el ascensor hasta el párking donde tenía estacionado el taxi y lo depositó en el maletero", relataron las mismas fuentes. Nadie le vio, pero una vecina recordó haber visto el taxi ese día. Eso le delató.

Adalid cogió las llaves del coche de Gloria y lo llevó al barrio de Torreforta, donde lo dejó bien aparcado. "Quiso que la policía pensara que alguien se la había llevado", añadieron. Después, condujo su taxi hasta el bosque del Lledoner, en Vallirana. Sacó el cadáver y lo abandonó en una zona boscosa, cerca de un camino rural. No lo enterró. Se limitó a cubrirlo con ramas. Pensó que si alguien encontraba el cuerpo buscarían a otra persona.

Con mucha sangre fría, al día siguiente, volvió a Tarragona, cuando la familia ya estaba alarmada por la desaparición de la doctora. Por la tarde, antes de regresar a Barcelona, porque "tenía que trabajar", Adalid dijo que "mataría a quien hubiera hecho daño a Gloria", recordó Cristina Sanz, su hermana. En la carta que envió al Diari de Tarragona, Adalid escribió: "O la han secuestrado o se ha ido por su propia voluntad".

Aunque la policía afirmó ayer que "el homicidio no fue premeditado", unos vecinos de Vallirana aseguraron que el 4 de enero, dos semanas antes del homicidio, observaron a un hombre con una pala donde el lunes apareció el cadáver. Cuando, poco después de la desaparición, vieron la foto de Adalid, le reconocieron y avisaron a la Policía Local.