Un niño que vive en una casa sin libros o que no ve leer habitualmente a sus padres difícilmente se aficionará a la lectura. Es la regla de oro de la educación: el ejemplo que dan los adultos es, en los primeros años de vida y de escuela, determinante para la formación y la adquisición de hábitos de los hijos. El problema es que si los mayores no leen o leen poco, como se desprende de la encuesta PIAAC, tampoco lo harán sus retoños.

La cantidad de libros que los alumnos tienen en casa influye en los resultados que obtienen en las pruebas de comprensión lectora, dice la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En las evaluaciones PISA se observan diferencias de hasta 100 puntos entre los resultados de los estudiantes cuyas familias tienen menos de 10 libros en casa y aquellos que cuentan con más de un centenar. La última encuesta de hábitos de lectura elaborada por los editores españoles indica que solo el 52% de la población de más de 14 años lee libros con frecuencia semanal.

Pero si en la lectura de textos impresos los resultados fueron mediocres en el último informe, en lectura digital (es decir, lo buenos o malos que son los alumnos para "acceder, manejar, integrar y evaluar información, así como construir nuevos conocimientos a partir de textos electrónicos") los resultados para España fueron muy parecidos. Los escolares españoles ocuparon al puesto 14, en el grupo de cola de los 19 países que realizaron este examen.