TEtste jueves, la alcaldesa de Plasencia comió pizza. Elia Blanco come paella los domingos en casa de sus padres, come otro día en su casa, con su marido y su hijo, y el resto de la semana, si no hay compromisos oficiales, come con sus concejales en un bar o, si no hay tiempo, basta con unas pizzas a escote en algún despacho municipal.

Lo de "Telepizza dígame" y que te responda la alcaldesa pidiéndote una mediana con peperoni no es de recibo, como tampoco resultaría elegante un repartidor encasquetado en la casa consistorial. Así que es Carlos, el jefe de gabinete, quien se acerca a Telepizza y hace la comanda: "Una margarita con extra de valeriana para la concejala de Tráfico, que lleva una semana muy alterada, dos de prosciutto con salami para el de Deportes, que cada día come y crece más, y mediterráneas sin cabello , digo sin cebolla, para el resto".

En Plasencia han cambiado mucho las cosas desde los tiempos en que el patriarca de Hierros Díaz (q.e.p.d.) vio a su hijo José Luis convertido en alcalde popular de la ciudad. Era un alcalde respetado, pero con una carencia: le faltaba cultura de partido, se enfrentó al aparato del PP y acabó dinamitando la derecha placentina.

El 14 M, los socialistas volvieron a ser la fuerza más votada después de años y ahora los Díaz, los del Valle, los Macías y los apellidos más representativos del centro-derecha placentino no sólo han perdido el poder, sino que tienen que aguantar a los socialistas comiendo pizza en la alcaldía.

*Periodista