TPtor qué será que Alberto Ruíz Gallardón nos infunde ahora tanta simpatía? Hace sólo unos meses, se trataba de un megalómano que había endeudado a los contribuyentes madrileños para los próximos 30 años. Su obra faraónica convertía la M-30 en un laberinto de túneles por los que resultaba imposible no haberse perdido en alguna ocasión y, para colmo, se le inundaba cada vez que la Naturaleza nos sorprendía con una lluvia que no fuera el discreto calabobos.

Sin embargo, tras la humillación pública a la que le ha sometido el presidente de su partido, la imagen de este político, que mientras ejercía la oposición al entonces presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, Joaquín Leguina , tenía fama de pertenecer a la derecha pura y dura del PP, ha supuesto la consagración definitiva del político que todos quisiéramos tener enfrente a la hora de ejercer una confrontación al más puro estilo democrático.

El lavado de imagen en los últimos tiempos ha sido tal, que incluso he escuchado, en no pocas ocasiones, declaraciones en las que lo calificaban de guapo. ¡Y eso sí que no! Buen político sí, aunque sea más de derechas de lo que ahora nos quieren hacer ver. Pero, guapo, lo que se dice guapo, no es.

Y si Gallardón es más de derechas de lo que ha conseguido proyectar para ganarse a los votantes del centro, y la sombra de Aznar , ¡perdón!, Mariano Rajoy , lo ha arrinconado para acallar a Esperanza Aguirre y colocar a los amigos del expresidente, entonces, ¿en qué varilla del abanico del PP se situarán los enemigos de este pobre que tanta pena nos da?