Varias parejas de turistas que se dan la mano salen del teleférico de Montjuïc, en Barcelona, y se disponen a recorrer algunos de los paseos por el parque de la montaña. A escasos metros de ellos, adentrada en la vegetación, una chabola de mantas y maderas donde duerme un grupo de niños migrantes. Ya hace más de cinco meses que las autoridades son conscientes de esta dramática situación. Pero el problema no se ha resuelto. Según el ayuntamiento, hay unos 70 niños deambulando por las calles en la ciudad. La Generalitat rebaja el número a 40. Un grupo de expertos ha propuesto a Asuntos Sociales, que tiene su tutela, crear un centro de baja intensidad para lograr que estos chavales dejen la miseria. Ahora debe ser el Govern el que acepte el reto.

A finales de noviembre, los educadores de calle notificaron al ayuntamiento la situación de los menores acampados en la montaña barcelonesa. Y estos avisaron a la Generalitat, como responsable legal de los niños. Hasta hoy, las administraciones se dedican conversar con ellos y convencerlos para que vayan a centros de protección. Según fuentes de Asuntos Sociales, estas medidas asistenciales han logrado sacar de la calle a una decena de menores. La otra intervención es la policial sin cometen un delito.