La obtención de cultivos de células madre humanas a partir de la clonación de una célula de la piel es una vuelta de tuerca en la biología moderna, un auténtico hito, pero eso no significa que estén a la vuelta de la esquina terapias reparadoras que lo curen todo y mucho menos que se vayan a fabricar clones a semejanza de lunáticos donantes.

La técnica de transferencia nuclear empleada por la Universidad de Ciencia y Salud de Oregón (OHSU), autora de la primicia, es demasiado compleja como para que se generalice de la noche a la mañana como fábrica de células humanas. "La logística necesaria, así como el acceso continuo a óvulos de donantes, no es algo que se lo pueda permitir cualquiera. Creo que no será tan fácil incorporarlo al arsenal terapéutico", cita como ejemplo Angel Raya, investigador en células madre del Instituto de Bioingeniería de Cataluña. Lo dice opina Pia Cosma, especialista en reprogramación del Centro de Regulación Genómica: "Aunque técnicamente puede ser parecido, hay gran diferencia entre hacer estas cosas con ratones y con humanos".

LA NOVEDAD De hecho, el trabajo de Oregón ha devuelto a la palestra una técnica --la misma que dio lugar a la oveja Dolly-- que en los últimos años vivía en un cierto ostracismo ante el empuje de otras posibilidades. La más conocida, en la que trabajan tanto Raya como Cosma, son las llamadas células madre pluripotentes inducidas o iPS, que se obtienen de tejidos adultos y se reprograman mediante cultivos para que se comporten como embrionarias. La gran novedad aportada por los investigadores de la OHSU es el descubrimiento de algunos factores que dificultaban el proceso de división celular. Por ejemplo, ha sido clave la selección de los ovocitos (óvulos inmaduros), que proceden de donantes que no han sido sometidas a una excesiva estimulación hormonal, y el empleo de una solución enriquecida con cafeína que inhibe unas enzimas que entorpecían el proceso.

Al margen de las posibilidades terapéuticas, si el óvulo llegara a implantarse en el útero de una mujer podría ser el inicio de una clonación. Pero no es tan sencillo. Tras el nacimiento de Dolly en 1996, se presentaron vacas, corderos, caballos y un sinfín de mamíferos clónicos nacidos con la misma técnica, pero el porcentaje de éxito sigue siendo discreto. Y los primates se resisten, como reconocen los investigadores de la OHSU.

"Hay que tener en cuenta que lo que es válido para una especie tal vez no lo es para otra", dice Josep Santaló, catedrático de la UAB y coordinador del experimento que dio lugar a los primeros ratones clonados en España, en el 2009. De la experiencia con animales, prosigue Raya, hay sospechas de que el embrión que se obtiene en experimentos de este tipo es "menos competente", menos capaz de implantarse y dar lugar a un nuevo individuo. "¿Es biológicamente imposible? No, pero sí más difícil", dice el científico del IBEC.

Santaló, además, se pregunta quién estaría dispuesto --científico, donante o madre portadora-- a intentar un embarazo sabiendo que hay un gran riesgo de malformaciones y muerte perinatales: "En ratones quizá es irrelevante, pero en absoluto en humanos". "En principio, con la misma técnica podríamos hacer una clonación reproductiva, pero más allá de los problemas que puedan surgir y que ahora desconocemos, la pregunta es otra: ¿Qué interés puede haber en hacerlo? --prosigue Cosma--. Es una locura".

El presidente de la Sociedad Internacional de Bioética, Marcelo Palacios, no cree que el descubrimiento abra la puerta a una posible clonación de humanos porque la reacción "masiva" en todo el mundo es que este tipo de técnicas no puedan utilizarse con esa finalidad. De hecho, en España la ley 14/1986 de Sanidad solo permite que las células obtenidas con mecanismos de clonación se empleen con fines terapéuticos.

En cualquier caso, ese no es el objetivo. Como explica Carlos Simón, de la clínica IVI de Valencia, lo que se quiere lograr es "una fábrica de células especializadas y compatibles para insertar en órganos o tejidos que se encuentran dañados". No obstante, Palacios concluye con cautela: "Sería una crueldad crear expectativas inmediatas a los pacientes ya que la utilización clínica de estos hallazgos queda todavía lejana". En el mundo solo están en marcha tres procedimientos experimentales de este tipo.