SU FIN era alcanzar la órbita terrestre, donde debía medir la energía solar que entra y sale de la atmósfera y estudiar el impacto en el clima de los aerosoles, pero el destino del ingenio, de 544 kilos y un coste de 300 millones de euros, acabó siendo el mar, donde cayó después de que un fallo en su cohete lanzadera le impidiera alcanzar velocidad.