Noruega conmemora hoy el segundo aniversario de su peor tragedia desde la II Guerra Mundial, el doble atentado del fundamentalista cristiano y ultraderechista Anders Behring Breivik, en los que fueron asesinadas 77 personas, en su mayoría jóvenes.

La jornada, plagada de actos de homenaje a las víctimas, llega en un momento en el que, si bien una inmensa mayoría del país nórdico trata de pasar página y mirar hacia el futuro aferrados a sus convicciones, ciertos grupúsculos extremistas juegan a mantener la herida nacional abierta. De lo primero son ejemplo las juventudes laboristas (AUF), que a principios de mes celebraron su campamento de verano -el encuentro en el que irrumpió Breivik y asesinó a tiros a 69 personas- en Gulsrud, a unos pocos kilómetros de la isla de Utºya, donde se cometió la masacre.

"No hay verano para un miembro de AUF sin ir al campamento, por eso estoy orgulloso", aseguró Eskil Pedersen en la inauguración del encuentro.