Tras días de ritmo frenético y ajenos a las críticas que la visita de Benedicto XVI ha causado en algunos sectores, los organizadores han puesto a punto escenarios, misas, oraciones, confesionarios, viacrucis y todo lo necesario para que "se cosechen abundantes frutos", como espera el Pontífice. Solo faltan retoques y hacer los oportunos ajustes horarios para acoger al millón y medio de peregrinos, de más de 175 países, que espera el Vaticano.