"El grupo está destrozado. No podemos quitarnos de encima las imágenes de lo que sucedió y la rabia de sentirnos abandonados por la tripulación. Nunca podremos olvidarlo". Los 12 supervivientes españoles del naufragio del Coral Princess, el barco hundido el jueves en aguas del mar Rojo egipcio, tuvieron que recurrir a los calmantes para conciliar el sueño. Pero su epopeya no ha acabado. Sus dos compañeros valencianos siguen desaparecidos y ellos exigen respuestas a la incompetencia del capitán, la precariedad del barco y la falta de un plan de emergencia.

Uno de los 14 españoles que viajaban en el barco, Juan S., de L´Hospitalet (Barcelona), revivió ayer sereno pero furioso la secuencia de una tragedia que se podía haber evitado. "Desde el inicio del crucero, el barco navegaba escorado. Se lo comentamos al capitán pero dijo que no nos preocupáramos", relata por teléfono desde un hotel en Sharm el Sheij, donde la expedición espera nuevos pasaportes para partir hoy hacia El Cairo.

El Coral Princess tenía 28 metros de eslora y el casco de acero, lo que aceleró su desplome. "Todo fue muy rápido, en menos de 10 minutos se hundió como el Titanic ", recuerda Juan. Las autoridades egipcias apuntan al viento y el oleaje como la causa del naufragio, pero su versión no se sostiene a ojos de los españoles. "El mar no era una balsa pero se podía nadar con facilidad", dijo el catalán. Los supervivientes creen que el casco tenía vías de agua. "Al hundirse la popa, el agua entró en la sala de máquinas y saltó a los camarotes".

A Juan lo despertó su mujer (el naufragio sucedió a las cinco de la mañana, hora local). Con ayuda de un tripulante egipcio, Juan trató de cerrar en vano el ojo de buey del camarote. Subieron a cubierta. A Israel Pérez y María Lourdes González, los dos desaparecidos, no les dio tiempo. "No vamos a salir de aquí, lo veo muy negro", le dijo Israel a Luis Miró, el último que lo vio con vida, cuando el torrente mordía ya los camarotes. Luis escapó por un vano pero sus compañeros quedaron atrapados.

SIN PLAN DE EMERGENCIA El capitán y la tripulación egipcia, entre 8 y 10 personas, no tenían plan de emergencia. "Gritaban en árabe muy asustados y sin mover un dedo", narra Juan. Fueron los turistas los que soltaron las zodiacs, armaron la balsa y organizaron la evacuación. Ya una vez fuera del barco, se llevaron otra sorpresa. Las bengalas y los botes de humo estaban caducados. Solo una funcionó. Durante más de dos horas esperaron a unos seis kilómetros de la costa que les rescataran.

En esa zona buscan ahora dos buques de la marina egipcia a Israel y María. Nadie sabe a qué profundidad se encuentra el Coral Princess, pero podría oscilar, según varias fuentes, entre los 100 y los 1.500 metros.