Oscilan entre la indiferencia y la desconfianza hacia el profesor, eligen colegio por razones estrictamente prácticas (la proximidad o el precio del comedor) y solo se implican cuando aparece un problema con sus hijos o temen que pueda aparecer. "Los padres aún delegan demasiadas funciones a la escuela, bien porque ellos no pueden asumirlas, bien porque creen que no sabrán hacerlo", observa Maria Rosa Buxarrais, catedrática de Teoría e Historia de la Educación de la Universitat de Barcelona (UB). Son posturas respetables (faltaría más), pero erróneas, señalan los expertos. "Todos los estudios coinciden en que a mayor implicación de los padres en la escuela, mayor éxito académico obtienen los hijos", prosigue Buxarrais. Pero también los profesores y la Administración deberían poner más de su parte.

"La implicación de los padres beneficia siempre a los hijos, incluso a los más mayores", asegura la profesora de la UB. El progenitor, sobre todo cuando el niño es aún pequeño, "suele ser el modelo a seguir. Un padre que participa en las actividades de su entorno transmite valores democráticos, valores positivos", indica la pedagoga. Y los alumnos que ven que sus padres se preocupan por la escuela "se sienten acompañados". Para el adulto, además, participar en actividades con otros padres "representa una oportunidad de formarse, de intercambiar experiencias, de aprender a afrontar la educación de sus hijos", subraya,

"Lo digo y lo repito cada vez que tratamos el tema en clase: un maestro no solo debe saber hablar con los niños, también ha de ser capaz de comunicarse con los adultos, ha de desarrollar habilidades comunicativas para conseguir la complicidad de los padres", explica la profesora de la facultad de Educación de la UB respecto al cuerpo docente. Una única sesión de tutoría al cabo del curso es, están de acuerdo los expertos, claramente insuficiente. "El maestro no ha de priorizar solo el éxito escolar, ha de buscar el éxito del niño en todos los aspectos de la vida, formarlo como persona, y para eso ha de contar ineludiblemente con la colaboración de la familia", insiste Vinuesa.

Finalmente, "La Administración tendría que tener más en cuenta los contextos, el entorno de cada centro", sostiene Buxarrais. Por ejemplo, si en las zonas con muchos inmigrante, los padres se implican menos es por una "cuestión cultural".