Pese a que la línea maestra de la reforma pasa por el endurecimiento del castigo de pequeños delitos, hay que destacar la voluntad de flexibilizar el trato de los delincuentes drogodependientes --abocados a delinquir en ocasiones debido a su enfermedad--. El código establece medidas orientadas a la deshabituación. Así, si antes podía suspenderse una pena de hasta tres años para someterse a tratamiento, ahora la posibilidad se amplía a las condenas de hasta cinco años. Otra gran apuesta de la reforma pasa por evitar las penas de prisión por trabajos en beneficio de la comunidad siempre que sea posible. La eficacia de esta alternativa está en entredicho por su poca aplicación.