Decenas de cadáveres aparecen en el litoral del sur de Java a medida que los equipos de rescate llegan a las zonas afectadas y escarban entre los escombros. El tsunami que el lunes pasado arremetió contra las costas de la isla más poblada de Indonesia se revela con el paso de las horas mucho más mortífero de lo que se pensó en un principio: 368 cuerpos sin vida han sido recuperados hasta el momento, y más de 115 personas siguen desaparecidas. El número de heridos ronda ya el medio centenar.

"Escuchamos un rugido como el de una cascada, una cascada gigantesca, que se acercaba poco a poco. Luego empezó a soplar el viento, un viento muy fuerte". Los testimonios de los supervivientes --un eco de lo que relataron quienes sobrevivieron al terrible maremoto del 2004-- también se multiplican. Wayne Proctor --un australiano de 46 años, profesor de matemáticas-- y su mujer comprendieron que ante un rugido como ese solo tenían una alternativa: huir. "Empezamos a correr por la calle y vimos agua por todas partes".

NIÑOS Y ADOLESCENTES En el origen de la tragedia está el terremoto de 7,7 grados que se produjo el lunes por la tarde en el océano Indico, y que desencadenó una andanada de olas de hasta cinco metros de altura que se cebaron en Pangandarán. La mayor parte de los fallecidos en este balneario turístico son menores de edad. "Normalmente, cada tarde, los niños y adolescentes juegan al fútbol o practican el surf en la playa", explica un vecino. El mar penetró hasta 500 metros tierra adentro y se llevó por delante personas, vehículos y las edificaciones más endebles.

El Gobierno de Indonesia tiene gran parte de responsabilidad en la tragedia. El ministro de Ciencia y Tecnología, Kusmayanto Kadiman, reconoció ayer que Yakarta recibió los boletines de alerta del Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico y de la Agencia Meteorológica de Japón, pero no se hizo nada para alertar a la población.

"No lo anunciamos. ¿Si esto el tsunami no hubiera ocurrido, qué habría pasado " Eso fue lo único que atinó a decir. Los hospitales de la zona afectada se encuentran desbordados de trabajo y reclaman material sanitario ante la gran afluencia de heridos.