Como si tuvieran pocas cosas de las que preocuparse los americanos, ahora van y le desertan las abejas. Han ido a hacer el recuento primaveral y resulta que en las colmenas sólo quedan las reinas y cuatro íntimos. El grueso del obreraje tomó las de Villadiego y no ha dejado al partir ni un beso ni una flor. Corrijo, acaso la flor sí, pero sin polinizar. Y ahí es donde radica el problema, en que pierde la primavera su mano de obra y las flores y los frutos se quedan con la boca abierta y en ayunas de néctares y esperanzas. Ante la dimensión de la catástrofe, el Congreso lo primero que ha hecho ha sido poner nombre al asunto y lo ha llamado el "problema del colapso de las colonias", y luego se ha ido a tomar café. No saben si culpar al calentamiento global o a las ondas de la telefonía móvil. Lo que sí saben es que van a perder cientos de millones de dólares. Porque ellos, republicanos a fin de cuentas, sólo perciben la perspectiva económica de la tragedia; no son conscientes del daño que pueden causar a las monarquías europeas. Si a nuestros obreros les diera por seguir el ejemplo y se volatilizaran a la voz de que polinicen ellos , qué podría ocurrir. Tal vez una insurrección que trajera cordura a esta inmensa colmena que es el firmamento , como la llama Antonio Colinas . Pero no tema que eso ocurra a corto plazo. Hoy han amanecido las calles de Madrid empapeladas con fotos de miles de rostros en blanco y negro. Son las madres argentinas que recuerdan por marzo a sus desaparecidos de la dictadura. Más de treinta mil volatilizados, abejas en flor que luchan contra el olvido. Pero por aquí la única noticia que vuela es el precio del café del presidente.