Si fuera cierto, como dijo el pasado viernes José Luis Rodríguez Zapatero, que los catalanes se alegran de que el AVE "llegue a otros sitios", este sentimiento no fue correspondido ayer por los vallisoletanos. El tren de alta velocidad entró en la capital castellanoleonesa en loor de multitudes, pero no hubo ni un solo lamento de las autoridades locales por el retraso con el que va a llegar a Barcelona. Tampoco la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, hizo mención alguna al fiasco. Solo el presidente se refirió a su deuda con Cataluña al asegurar, una vez más, que el AVE "llegará pronto" a la capital catalana pero sin dar tampoco más precisiones. Lo que sí hizo el presidente fue asegurar que este AVE representa un símbolo de modernidad, de cohesión territorial y de la buena marcha de la economía.

Contra los malos augurios que se habían lanzado desde las autoridades locales y regionales del PP, el AVE viajó a Segovia y Valladolid con una puntualidad rayana en la mala educación. Llegó antes de la hora prevista a las dos estaciones después de alcanzar la velocidad punta prevista de 300 kilómetros por hora. Lo hizo rodeado de cientos de personas que se reunieron en las pasarelas, frente a los pasos a nivel y se colgaron de las tapias, desde donde mostraron una alegría genuina. Mientras en Barcelona casi se habla con fastidio del tren de alta velocidad, en Castilla y León la ilusión brillaba ayer en los ojos de sus habitantes que parecían ver en el tren su pasaporte a la modernidad.

A las puertas del recinto de la estación vallisoletana se agolparon, eso sí, ruidosos manifestantes de cinco colectivos en representación de un sindicato ferroviario, de los vecinos que urgen el soterramiento del AVE y de las poblaciones que han quedado fuera del maná de la alta velocidad y quieren, como mínimo, un tren convencional en buenas condiciones. Montaron un concierto de tambores, bocinas, sirenas y silbatos que acompañó a Zapatero la media hora que estuvo en la estación.

SITUACION ECONOMICA En el interior del recinto, el presidente regional, Juan Vicente Herrera (PP), trasladó a Zapatero las reivindicaciones del exterior --"estas personas saben que es muy importante la alta velocidad, pero también le recuerdan que es igual de importante no abandonar los ferrocarriles convencionales"-- y recordó que había sido el anterior Ejecutivo el que dibujó la línea y Aznar quien puso "la primera traviesa".

Un Rodríguez Zapatero que dio la sensación de estar en el inicio de una programada gira triunfal, agradeció la labor de sus antecesores pero recordó que solo pudieron ejecutar un tercio de las obras. Tras reconocer el alto coste de los trabajos, 4.200 millones de euros, sacó pecho por la buena situación económica y se vanaglorió de que esa cantidad sea "tan solo una quinta parte del superávit del año".