Desde que Hollywood lo importara de Australia, hace 12 años, Simon Baker ha ido ganando protagonismo en cine (LA Confidencial, El diablo viste de Prada ) y televisión. Aunque su perfil cinematográfico sigue en alza, el atractivo actor le ha cogido el gusto a la televisión y ahora sorprende con una nueva serie, El mentalista (los jueves, a las 22.15 horas, en La Sexta, aunque esta noche no se emite por el partido de la Copa de la UEFA entre el Valencia y el Dinamo de Kiev). En ella interpreta a Patrick Jane, un tipo que se autodenomina mentalista y que, de hecho, es un charlatán sin escrúpulos. Para limpiar su conciencia, decide ayudar a la Policía de Los Angeles a desenmarañar casos que el microscopio y el ADN no pueden resolver.

--¿Qué tiene de atractivo Patrick que le distinga de otros personajes en este tipo de series?

--Jane es la oveja negra del departamento, un tipo impulsivo y temerario, al que no le interesa la ley sino la justicia. La mayoría de las series policíacas son estrictamente serias, pero cuando la gente se pasa el día resolviendo casos, a cual más macabro, no hay más remedio que hacer uso del sentido del humor, de otra forma no sobrevives. Yo lo comparo un poco a Kojak y a Colombo, personajes con idiosincrasias que les hacen ser más atractivos que otros.

--Parte de ella es que se trata de un tipo muy creído, que no siempre da con la clave para resolver el caso...

--Eso es lo que le hace ser más interesante, porque no es infalible, pero él hace que los demás piensen que lo es. Lo que me gusta del personaje es que, aunque de cara a la galería se lo tenga muy creído, lo cierto es que se odia a sí mismo por no dar siempre con la clave del caso o no poder evitar a tiempo el que se cometa un crimen, como ocurre en el primer capítulo. Pero lo mejor de todo es que me divierto mucho haciéndolo.

--¿Puede adelantarnos algo sobre qué ocurrirá con su personaje a medida que vaya avanzando la serie?

--Poco a poco, a base de flashbacks, vamos a ir aprendiendo un poco más sobre quién es Patrick Jane. No puedo dar muchos detalles, porque no es un serial. Cada episodio es muy distinto al anterior, pero en todos hay drama y comedia.

--Sabemos que su personaje perdió a su mujer y a su hijo hace cuatro años. ¿Le veremos enamorándose otra vez?

--Eso es algo que el creador de la serie, Bruno Heller, y yo hemos hablado en varias ocasiones, y creo que tendrá novias, pero no se enamorará. Es lo que le ocurre con su jefa, Teresa Lisbon (Robin Tunney), que es la que le mantiene a raya. Está claro que entre ellos hay una fuerte atracción y ambos quieren conectar, pero saben que como pareja no funcionarían.

--¿Consultó con algún vidente para que le ayudara a entender cómo es su personaje?

--Sí. Hablé con un par de ellos. Sinceramente, producen escalofríos (risas). Creo que, de alguna forma, el ilusionismo es una forma reprimida de la agresión, porque es muy controladora. El hecho de que esta gente me pueda controlar no me gusta nada.

--¿Entonces, no cree en ellos?

--Hubo un tiempo en que sí creía en ellos, cuando iba a una feria y veía a alguien que te echaba las cartas, pagaba mis 10 dólares y hacía cola para que me las leyeran. Pero era más por narcisismo que por otra cosa. Quería que me contaran cosas de mí mismo. Lo he hecho muchas veces rodando películas en el extranjero, en París o en Japón, por ejemplo. Lo bueno es que nadie hablaba inglés y yo trataba de entender lo que me decían, pero me daba igual. Lo hacía porque me sentía solo e inseguro y necesitaba a alguien que hablara conmigo y me dijera cosas de mí mismo. Es como una sesión con un psicólogo barato, en un inglés ininteligible.

--Jane usa sus dotes de observación para aclarar un caso. El actor suele hacer lo mismo para preparar un papel. ¿Ve alguna relación?

--Sí, existe un cierto paralelismo entre el actor y el mentalista. A mí me encanta observar a la gente, es uno de mis pasatiempos favoritos. Obviamente el mentalismo es muy distinto a la telepatía, porque los videntes tienen ciertos poderes adquiridos mientras que los mentalistas usan técnicas de observación que se asemejan a la programación neurolingüística. Pero cuanto más aprendo sobre ello, más utilidad le veo a la ahora de actuar. Para mí, el mentalista es un actor en esteroides (risas). Cada intérprete tiene su técnica particular, pero a mí me gusta conectar con el actor con el que comparto una escena, me gusta mirarle a los ojos y hacerle que se sienta cómodo, a veces imito sus gestos. Son técnicas que uso casi inconscientemente. El mentalista usa esas técnicas, pero multiplicadas por 100.

--¿Si tuviera la habilidad de su personaje en la serie, ¿qué uso haría de ella?

--La habría usado a la hora de decidir qué papel interpretar o qué película hacer a lo largo de estos años (risas). Me hubiera ayudado mucho saber qué tenían en mente los demás. Ahora podría usarla para vigilar a mi hija, que ha entrado en la edad de salir con chicos y la cosa empieza a complicarse (risas).