Una enferma terminal de cáncer de 37 años y tres pacientes con problemas renales que necesitan un trasplante. Estas cuatro personas participarán el viernes en el Gran show del donante, el programa de una televisión pública holandesa en el que la mujer escogerá cuál de los otros tres invitados recibirá un riñón suyo cuando ella fallezca. La donante, que se llama Lisa y tiene un tumor cerebral, podrá dejarse guiar en su decisión por los telespectadores, que a través de mensajes de móvil expresarán, como en cualquier Operación Triunfo o Gran Hermano, sus preferencias.

El programa, otro invento de la factoría Endemol, llegó ayer hasta el Parlamento holandés, donde lo tildaron de "poco ético" y de mal gusto.

HOMENAJE AL FUNDADOR

Lo que nació como un homenaje al fundador de la cadena BNN, Bart de Graaff, fallecido hace cinco años por culpa de una insuficiencia renal, se ha convertido los últimos días en objeto de un encendido debate sobre hasta dónde pueden llegar los reality shows. "Es de mal gusto convertir la donación de un órgano en un concurso en el que los tres pacientes deben ganarse el favor del público", dijo el ministro de Medios de Comunicación, Ronald Plasterk.

Sin embargo, el gobernante socialdemócrata defendió el intento de BNN de llamar la atención sobre la falta de donantes y añadió que la Constitución le impide prohibir la emisión. Plasterk sí avisó de otro problema: es difícil que una paciente de cáncer pueda donar un órgano, ya que existe la posibilidad de que haya una metástasis.

Precisamente, el hecho de que lo emita uno de los tres canales públicos de la TV holandesa ha causado malestar en el Parlamento. "Si la idea hubiera sido de una tele privada, todo el mundo lo hubiera condenado. ¿Y cómo se van a sentir los dos pacientes que no sean elegidos?", se preguntó el democristiano Joop Atsma, cuyo partido forma una coalición de gobierno con los socialdemócratas y la Unión Cristiana.

AÑOS DE ESPERA

La BNN se defiende con el argumento de que en Holanda hay un grave problema de donantes y que su propio fundador era un paciente que tuvo que esperar varios años para un trasplante. Bart de Graaff sufrió una grave insuficiencia renal que finalmente, en el 2002, le costó la vida a los 35 años. "Somos conscientes de que este programa será muy controvertido y que habrá gente que lo considerará de mal gusto, pero para nosotros la realidad es mucho peor: esperar un órgano es como participar en una lotería", dijo el presidente de BNN, Laurens Drillich, que añadió que "al menos estos tres pacientes tienen una posibilidad del 33% de que les toque".