Miami y Marruecos, Occidente y Oriente, Lucas y Jade, cristianos y musulmanes; dos mundos diferentes pero unidos por el amor. Como buena telenovela, la trama parece ser la misma, pero Sandra Echeverría (México, 1984) comenta que precisamente lo que le gustó de El clon, la ambiciosa coproducción de Globo TV (Brasil) y Telemundo (EEUU), que TVE-1 emite desde hace tres semanas, es la diferencia con respecto a las mujeres que había interpretado en otros culebrones.

--¿Cómo se siente una mexicana interpretando a una musulmana?

--Ha sido increíble, porque para una actriz sus proyectos se convierten en retos. Y aunque en las telenovelas los personajes son muy comunes, en este caso la protagonista es diferente, auténtica, con una ideología muy coherente.

--¿Cuál es la diferencia?

--Jade es singular. Pelea y defiende lo que ella quiere.

--¿Cuáles son los retos de su interpretación?

--Varios, pero sobre todo al estar en Marruecos pudimos observar cómo viven las mujeres. La cultura musulmana es muy difícil. Y aunque yo no tuve que aprender muchas palabras en árabe, porque Jade supuestamente nació en Miami, los otros actores sí que tenían que conocer más el idioma.

--¿Qué tienen en común o qué identifica a Sandra con Jade?

--Jade es muy apasionada. Yo, además, soy impulsiva, pero también me dejo llevar por la pasión. Y muy rebelde. No acepto que la gente diga que no. Ella intenta escapar de las costumbres del mundo musulmán, luchar por el amor de Lucas, pero no se rebela contra él, ni contra su religión y su familia. Yo sí que lo haría. Ambas son muy familiares.

--¿Qué ha aprendido?

--Me encanta el baile desde muy pequeña, pero tuve que aprender la danza del vientre, que tiene muchos movimientos sensuales y que significó mucha preparación antes de empezar la grabación. Tuve que bailar con una boa, una serpiente de casi dos metros, candelabros, velos, alas y todo era muy pesado. Grabábamos de lunes a sábado.

--¿Qué hace diferente a El clon de otras series?

--Hay algunos proyectos en los que dices "¡ay, por favor, que esto termine!", porque las escenas en una telenovela son muy repetitivas y te cansan. Pero, en El clon, lo bueno es que siempre está pasando algo. Además, el equipo era maravilloso. Y con Mauricio Ochmann, en el trabajo, siempre ha habido química.

--¿Y algo más que química?

--No, risas solamente química para trabajar. El tiene novia.

--¿Qué enseñanzas le deja la serie?

--Jade ha marcado mi vida de muchas formas. Me enamoré de su cultura, de su religión, de lo que tiene que ver con lo árabe: la ornamentación de sus edificios, los pendientes, el baile. Ha sido un papel muy importante para mi carrera.

--La cultura musulmana es muy polémica por el trato a las mujeres precisamente, ¿cómo lo vivió?

--No es un asunto sencillo. Además, para mí el mundo musulmán es muy lejano. Cuando estuve en Marruecos decía ¡guau!, por la sorpresa que me provocaba, y cada vez que leía los capítulos del guión aprendía más. La convivencia entre las dos culturas es un choque muy fuerte.

--¿Tuvieron asesores, profesores, cómo aprendieron árabe?

--Teníamos una asesora que nos corregía detalles que no se nos podían ir, como tomar la comida con la mano izquierda, no con la derecha.

--¿Cuál es la diferencia con las otras series en las que ha participado, como Marina?

--Marina era una lanchera que me permitió sacar lo mexicano que llevo dentro. Tenía mucho humor al principio y fue la etapa que más disfruté. Después la refinan y se vuelve una mujer de sociedad y allí empieza el melodrama. Tardé tres años en aceptar otra actuación porque no quería caer en lo mismo.

--¿Y ahora qué papel busca?

--Si vuelvo a hacer otra telenovela, no quiero hacer otro personaje que se parezca al de Marina o Jade. Me encantaría trabajar en España, también en Estados Unidos. Allí he grabado una película, La casa de mi padre , pero sobre todo quiero un papel en el que pueda desarrollar mucho más mi faceta de actriz y tener un personaje que me permita divertirme y aprender.

TVE-1 / 17.00 HORAS