Se acerca la hora de la evaluación anual, de las listas con lo mejor y lo peor del año. El cine está en crisis, se nos dice desde hace tiempo; en crisis de calidad (faltan ideas) y de mercado (el DVD, internet y la televisión digital son algo más que dignos competidores), pero los blockbusters no desfallecen y las películas buenas o interesantes, junto a muchas otras que no lo son, siguen llegando a las salas comerciales. El cine español no levanta cabeza, vuelve a argumentarse una y otra vez, pero la producción no decae, a la espera que algún título de los habituales Almodóvar o Amenábar o un éxito inesperado haga cuadrar los números a final de año.

El 2008 ha sido bueno si nos atenemos a las muchas cosas interesantes, cuando no ilusionantes, que han tenido acceso a las salas de exhibición. El wéstern está herido de muerte (otra sentencia habitual), pero nos han llegado El tren de las 3.10 y Appaloosa , filmes excelentes que ya querrían para sí otros géneros. El cine francés se mira el ombligo, pero La cuestión humana y Las horas del verano , estrenadas recientemente, demuestran el buen criterio ético y estético que sigue gobernando en la cinematografía vecina. El cine italiano no ha salido en años de la UCI, y de repente aparece Gomorra , una de las mejores películas del año: cine italiano puro y duro, con la Camorra como fondo.

BATERIA DE GENEROS

Y el cine de animación (WALL E ), y el de acción de siempre (el último Bond, el último Indiana Jones), y la comedia bárbara (Tropic thunder ), y el de superhéroes (El caballero oscuro ), y el Gondry más analógico (Rebobine, por favor ), y el cine español más radical (Tiro en la cabeza ), y el melodrama en estado puro (Pozos de ambición ), y el regreso de los mejores Coen (No es país para viejos y Quemar después de leer )... ¿Un mal año? Ni por asomo.