El televisor de cristal líquido (LCD-TFT) está logrando tamaños cada vez mayores para intentar comerle terreno al plasma. Sin embargo, aunque la calidad de imagen es cada vez mayor, el precio dista aún de ser competitivo. Pero los fabricantes apuestan por esta tecnología, por el abaratamiento de costes que supone el cristal líquido frente a su competidor.

Sharp anunció el pasado jueves su intención de comenzar a producir en serie un televisor LCD de 65 pulgadas de alta definición completa 1920x1080 y sistema surround; Samsung vende LCD de 63 pulgadas bajo pedido, Sony tiene entre sus nuevos Bravia de séptima generación pantallas de 40 y Philips considera ya estándar la de 42, además de la de 37. Tamaños más que respetables, que suponen diagonales de 142,8 centímetros y horizontales de 80,4 centímetros en el caso de las 65 pulgadas, y al menos un metro de ancho en los de 42. Y que tienen una superficie casi cuatro veces más que la tele de tubo de 28 pulgadas, el último formato que se consideró de amplia difusión, y que dejan atrás los más habituales hasta ahora en LCD: el de 26 y el de 37 pulgadas.

Los nuevos LCD son pantallas de alta definición (1080x720, mínimo o HD Ready, aunque la tendencia es hacia la completa, el 1920x1080) porque, como asegura Pere Roset, jefe de producto audiovisual de Pioneer, "en tamaños grandes la alta definición es imprescindible". Y estrenan, de forma generalizada, conexiones HDMI, el nuevo estándar digital único para audio y vídeo. Algunas, las menos, incorporan también receptor de TDT sencillo, es decir, sin interactividad, además de sistemas de sonido cada vez más sofisticados.

LUZ ALREDEDOR

En el apartado de añadidos destaca, además, el Ambilight, un sistema patentado por Philips que proyecta sobre la pared un suave haz de luz de color que cambia según el tono de las imágenes. Esto ayuda, según un estudio de la compañía, a reducir la fatiga visual. El haz, que hasta ahora sólo estaba disponible en los laterales, estrena versiones de tres y cuatro lados para una sensación más inmersiva. Philips (que produce los paneles en una planta conjunta con LG, pero añade la circuitería en Europa) también ha mejorado mucho la velocidad de refresco para conseguir, por ejemplo, que el movimiento (uno de los puntos débiles del LCD frente al plasma) y el contraste se aprecie mejor.

Donde no hay competencia con el plasma, de momento, es en el precio. Mientras el LCD de 65 de Sharp se venderá por unos 20.000 euros, a ese tamaño, un plasma sale por unos 13.000. Las consultoras, sin embargo, prevén descensos del 36%.