La guerra de las tabaqueras y el incremento de las ventas de caramelos a lo largo de esta mes son algunos de los efectos colaterales que ha desencadenado la entrada en vigor de la ley antitabaco. Mientras las primeras anuncian cada semana reducciones que oscilan entre los 40 y los 60 céntimos por cajetilla, los propietarios de la marca ´chupa-chups´ aprovechan el nuevo mercado que les ha abierto la ley.

Para los fumadores de la Universidad de Extremadura hay que añadir un efecto más, no hay un sólo sitio en el que comprar tabaco en todo el Campus, que en los casos de Cáceres y Badajoz se encuentra en las afueras de la ciudad. Tal como establece la Ley, sólo pueden vender tabaco los estancos y los bares en máquinas expendedoras, salvo en los cafeterías de los centros educativos donde no se permiten ni las máquinas.

Esta situación está creando cierto malestar, sobre todo entre los estudiantes, porque si olvidan hacer acopio de tabaco antes de llegar al campus, sólo les queda la opción de pedir prestado o aguantar sin fumar. Ninguna de las dos opciones convence a los estudiantes, aunque reconocen que la ley ha contribuido a crear un clima de solidaridad respecto al tabaco. Los no fumadores intentan comprender a quienes lo hacen y éstos respetan las normas y las zonas libres de humo.