Mel Brooks, uno de los grandes humoristas que ha dado el mundo del espectáculo en el siglo XX, sigue con ganas de reír y de arrancar una carcajada. Todo vale, en su opinión, incluida la guerra de Irak, para poner un poco de chispa al mundo. Sólo hay un límite: no herir los sentimientos de la gente. "Yo no habría hecho nunca las caricaturas sobre Mahoma", explica. "Creo que se pueden hacer todos los chistes sin herir; hay que hacerlo con humor".

Con 80 años y en una excelente forma física y mental, Brooks quiere despertar la curiosidad de los espectadores más jóvenes por historias clásicas de humor con segundas intenciones. "La anarquía debe reinar pero con sentido común", dijo el pasado jueves durante su visita a Madrid para presentar Los productores , una nueva versión de la película que realizó en 1968, su primer largometraje, que le valió un Oscar al mejor guión original. El filme, que se estrenó el viernes pasado, está protagonizado por Nathan Lane (La jaula de las locas ), Matthew Broderick (El inspector Gadget ) y Uma Thurman en un desconocido papel. Hasta ahora, la actriz fetiche de Quentin Tarantino había participado en algunas comedias, pero nunca antes había mostrado su versatilidad en el musical, en un papel que no existía en la versión de hace 40 años. Para la realización, Brooks ha elegido a Susan Stroman, premiada por coreografiar la versión teatral, con la que ha trabajado estrechamente en esta sátira musical.

DE BROADWAY A LA PANTALLA

"No tenía intención de rodar un remake", explica el creador de El jovencito Frankenstein , "sino de filmar el espectáculo de Broadway para ponerlo a disposición de nuevas generaciones". No es para menos. En los escenarios de Nueva York ha alcanzado un éxito rotundo, también interpretado por Lane y Broderick, que fue reconocido, en el 2001, con 12 premios Tony.

Ambientada en la década de los años 50, Los productores cuenta la alianza entre un pícaro productor arruinado (Lane) y un timorato contable (Broderick) con el fin de engañar a Hacienda y realizar un espectáculo que sea un fracaso pero al que se le pueda sacar rentabilidad.

El realizador de Sillas de montar calientes asegura que los cambios de la sociedad y los años transcurridos desde que empezó no le han descubierto nuevos trucos para hacer reír a la gente. "Son los mismos que hace 40 años", dice, quizá porque considera que la risa "es muy importante" en este mundo en el que abundan las guerras y las desgracias.

"Mucha gente diría que la guerra de Irak es intocable, pero yo le veo su lado divertido", comenta ante un grupo de periodistas, aunque asegura que no sacaría ni los bombardeos ni los soldados. Por eso, despliega toda clase de gestos para contar cómo sería la escena en la Casa Blanca entre George Bush, Condolezza Rice, Dick Chaney y Donald Rumsfeld preguntándose unos a otros porqué hay una guerra en Irak.