Brindsley, un joven escultor y su novia Carol, con la que planea casarse, aguardan la visita de dos personas que pueden ser decisivas en sus vidas: un famoso e influyente coleccionista de arte, del que esperan compre algunas de sus obras, y el padre de ella, un coronel retirado no muy conforme con esa boda y al que quieren demostrar que Brin es un gran artista a las puertas del éxito. Con la intención de impresionar a sus invitados y disimular la precariedad en la que viven, la pareja ha sustituido sus muebles por algunos del elegante mobiliario de Harold, vecino anticuario, que han tomado “prestados” aprovechando su ausencia de fin de semana. Quieren que todo salga perfecto, pero un inoportuno apagón y el inesperado regreso de Harold, colocarán a los personajes en la más total oscuridad, a la luz del espectador, observador de todo un juego de simulaciones y mentiras cada vez más grande, en una situación de caos creciente que parece abocar a los personajes a un laberinto sin salida.