¿Por qué los menús reciben este nombre tan peculiar?

En Borona Bistró todo tiene un porqué. Desde las mesas, el nombre del local y hasta los más pequeños detalles. El nombre de los menús no va a ser menos. Son tres palabras muy de la tierra (Aljófar, Jariza y Jaramago) para poner un acento extremeño desde el menú.

 Si hay que ubicar el hecho de comer como uno de los placeres de la vida, ¿en qué puesto del ranking lo ubicaría?

(ríe) Te voy a decir que el primero, aunque hay muchas cosas que están a la altura. Lo que pasa alrededor de una mesa, normalmente es algo único. Para ser un buen profesional de hostelería te tiene que encantar ser cliente. Creo que para ser buen cocinero te tiene que gustar comer.

Judía verde «esparragá», yema de huevo campero y caviar. EL PERIÓDICO

 ¿Cree que turismo y gastronomía son ya un pack indivisible?

Tengo claro que eso es así. Nosotros recibimos clientes que vienen de muchos sitios. De España y de fuera. Llega mucha gente a Extremadura que tiene ya una lista de restaurantes hecha. El turismo, tal como lo entendemos, ha añadido la gastronomía como uno de sus puntos de lanza.

 ¿Si tuvieran que describir la experiencia de alguien que sale de comer de su restaurante, cómo lo haría?

Me gustaría que dijera que le ha gustado mucho la comida y que le ha recordado a momentos especiales de su vida.

 Los aniversarios, cumpleaños y fechas señaladas se celebran comiendo en un restaurante. ¿Le gusta que su local sea testigo de este tipo de celebraciones?

Claro que sí. Te conviertes en una parte fundamental de su celebración. Es una responsabilidad bonita y fácil de asumir cuando te gusta lo que haces.

 ¿Sus clientes son más de carne o pescado?

Toda la gente come prácticamente de todo. Vienen a disfrutar. En nuestras opciones de menú hay de todo.

 ¿Cree que si un restaurante está rico puede hacerse rico?

Trabajando es muy complicado hacerse rico. En un restaurante es así. Siempre es mejor que algo esté rico.

 Dicen que las nuevas generaciones comen cada vez peor. ¿Está de acuerdo?

Creo que se come peor en casa, donde ya se cocina muy poco. En los restaurantes tenemos una gran responsabilidad de mantener el recetario tradicional. En las casas ya no se cocina como se cocinaba. El modo de vida actual es muy rápido y la cocina necesita tiempo.

 ¿Se consideran arriesgados en su cocina?

Somos arriesgados, ya no tanto en los menús, pero en cómo hemos afrontado el negocio de restaurantes y lo hemos puesto al servicio de la ciudad sí es arriesgado. Es un restaurante pequeño, sin carta, solo con menús degustación, con ticket por encima de la media del entorno, sí que es arriesgado, pero el futuro es para los valientes.

 Cada vez que introducen nuevas elaboraciones, ¿quién hace de jurado para que el plato pase el filtro?

Rocío es la que prueba las cosas y pone cordura. Cuando se intentan hacer cosas, es ella la que guía las elaboraciones. Entre los dos tomamos la decisión. Son muchos años trabajando juntos y al final, ya tenemos el punto ya cogido.