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"La atalaya de Rodríguez Ibarra", por Juan de la Cruz Gutiérrez

Resulta un hecho constatable que, sea cual sea el resultado de los comicios, Extremadura va a cambiar de rumbo. Y poco a poco ya comienza a quedar atrás la imagen de la Extremadura ibarrista

Fuentes próximas al todavía presidente de la Junta de Extremadura, le señalan como el mayor avalista de Fernández Vara . Y que, en función de su apuesta, le va marcando el diseño de sus tesis y planteamientos y, por tanto, el camino para acceder a la Presidencia si es que el Partido Socialista logra alzarse con los laureles de la victoria electoral. Todo un órdago el de Rodríguez Ibarra que sueña con volver a conquistar para otros cuatro años una tierra que hasta ahora le ha mostrado su apoyo.

En estas elecciones, quiérase o no, también juega Rodríguez Ibarra. Ahí está su sombra, que persigue a Fernández Vara por todas partes. Pero el candidato socialista carece de imagen, aún cuando ya dispone de un apoyo mediático que para sí quisiera Carlos Floriano , el candidato popular que se bate el cobre contra viento y marea. Como le falta ese aire populista y revolucionario, ya demodé, para no engañarnos, que de siempre adoptó, en innumerables ocasiones desde la propia contradicción, Ibarra. Fernández Vara trata de imponer su estilo, su modo de ser, lo cual no resulta nada fácil cuando sustituye a un barón socialista con un perfil tan peculiar como el de su antecesor. ¿Qué conjunción puede salir de ahí? Eso es algo que está cociéndose en el horno de la actualidad.

El hecho evidente es que, para cualquier estudioso de nuestra reciente historia, las próximas elecciones van a posibilitar una confrontación de máxima entrega y dureza. Porque lo imponen los argumentos de la actualidad que se le presentan a los dos candidatos que han de bregar con unos morlacos astifinos de excepcional bravura y envergadura, si se me permite el símil taurino.

Resulta un hecho constatable que, sea cual sea el resultado de los comicios, Extremadura va a cambiar de rumbo. Y poco a poco ya comienza a quedar atrás la imagen de la Extremadura ibarrista que, a excepción de los primeros años de la transición, ha estado vinculada, por decisión propia de sus hombres y mujeres, a una tipología de mandato socialista muy peculiar, con sus luces y sombras, que de todo hay en la viña del señor, tal como se deriva del estilo de hacer política que ha ido diseñando desde entonces hasta hoy Rodríguez Ibarra.

PORQUE Rodríguez Ibarra es, perdóneseme la licencia, un animal político todos sabemos que a pesar de su retirada, que ha de dar que hablar y mucho, va marcando los tiempos de su sustituto como cabeza de la lista socialista. Otra cosa es que lo vaya a ser al frente de la Junta. Para eso no hay más remedio que esperar. Porque, como decimos por la tierra, de aquí a mayo todavía ha de llover. Y mucho. Y además de la lluvia, que tanta falta le hace al campo extremeño, ha de caer un reguero de polémicas, de comparaciones, de programas que van a dinamizar la vida política a unos extremos impresionantes.

El hecho cierto es que Fernández Vara, le guste o no, y que aún continúa, sorprendentemente, al frente de la consejería, según la página web de la Junta, es visto como un Rodríguez Ibarra bis. Lo que infiere a su personalidad una carga de extrañas complejidades.

El cotarro preelectoral se va animando poco a poco. Los graderíos del circo romano ya se van poblando de un público expectante a la espera de ver a los dos gladiadores frente a frente. Las encuestas dan mucho de sí y se estiran y encogen lo suficiente como para poner de los nervios al más templado. Pero es que en este enfrentamiento se decide el futuro de Extremadura. Y, aquí, en este debate, no hay que engañarse. O hay una continuidad medida desde las bambalinas ibarristas o hay una apuesta por la política popular.

Unas elecciones en las que hay que hablar de Extremadura, de sus condiciones de vida, de su desarrollo socioeconómico, de su situación cultural, de su realidad industrial. Un estado de la región a la que hay que darle un disciplinado repaso para analizar y extraer las consecuencias de la política socialista. Porque la realidad es la que es y hasta hoy ha ido dependiendo del timón de Rodríguez Ibarra. Como también hay que confrontar el estado del país en todas sus manifestaciones.

Las calderas de los estados mayores del Partido Socialista y del Partido Popular se encuentran hirviendo. Se perfilan las líneas de actuación, las estrategias, las contrariedades enemigas, sus flancos más débiles. Y, sobre todo, se lucha por la esperanza de seguir gobernando o de alcanzar el gobierno y poner en marcha otras políticas. Que son dos cosas muy diferentes.

Y desde esa privilegiada atalaya que facilita el poder, con una sorprendente artillería y disponibilidad de medios y recursos a su alcance, Ibarra ve con preocupación e incertidumbre el panorama electoral.

*Periodista

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