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Editorial

Vascos en el desfile militar del Día de la Hispanidad

Los pitos y abucheos al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se convirtieron ayer en la anécdota más destacada de la celebración del desfile de las Fuerzas Armadas con motivo de la Fiesta Nacional española. Quizá por la influencia de la crisis económica y de la pérdida de imagen que sufre Zapatero, los silbidos superaron en intensidad a los que cada año le dedicaban un grupo de personas próximas a la derecha más extrema. Como dijo el propio jefe del Gobierno, en uno de esos comentarios que recogen los micrófonos indiscretos, los pitos "ya forman parte del rito", que es como decir que entran en el sueldo.

Más trascendente es que por primera vez un representante del Gobierno vasco acudiera al desfile. Rodolfo Ares, consejero de Interior, lo explicó con sensatez: "Es un acto de normalidad democrática de un Gobierno autonómico que surge del Estatuto, un Estatuto que está enmarcado en la Constitución". Tiene razón Ares, pero si su presencia, así como la de la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga, es noticia, lo es precisamente porque hasta ahora, en 30 años de gobiernos nacionalistas, algunos en coalición con el Partido Socialista de Euskadi --al que pertenece el consejero de Interior--, se consideraba que lo normal era la ausencia. Ares se mostró "orgulloso" de representar en el acto al "Gobierno vasco y, por tanto, al conjunto de la sociedad vasca", y aprovechó para agradecer los esfuerzos de las Fuerzas Armadas en la lucha antiterrorista y para solidarizarse con las víctimas de ETA en ese estamento. Es un gesto que por sí solo ejemplifica el cambio de política en Euskadi desde que el PNV pasó a la oposición y gobiernan los socialistas, con apoyo del PP.

Ese acto de "normalidad" provocó una virulenta reacción del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, para quien la presencia del Gobierno vasco en Madrid tiene el objetivo de "humillar" a los vascos nacionalistas. La andanada de Urkullu podría encajar en el guión nacionalista, pero alcanza tintes grotescos cuando añade que, si el Gobierno que preside Patxi López hubiera secundado la reclamación del PNV de embarcar militares en los atuneros vascos en Somalia, no criticaría la asistencia al desfile. ¿Acaso la misión principal del Ejército español, que participa en misiones humanitarias o de defensa de la paz en numerosos países, es la de proteger a los pescadores vascos de los piratas? ¿Solo así se redime ante el PNV? Simplemente ridículo.

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