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Bombas van, personas vienen

Algunos medios españoles se hacían eco este jueves de la polémica generada por la ministra de Defensa alemana Ursula von der Leyen entre las autoridades de Arabia Saudí al negarse ésta a portar el hiyab, el llamado velo islámico, durante su visita oficial al país. Pero más allá de este particular episodio, remarcable o anecdótico según quien lo juzgue, se echaba en falta en alguna pieza mención, aunque sea leve, sobre los motivos por los que von der Leyen se encontraba en el reino saudita.

Ese mismo día la evacuación de civiles de la ciudad siria de Alepo acaparaba todas las portadas, tras semanas de intenso sitio y batalla entre el régimen de Bashar Al-Assad y la oposición.

Relacionar ambos eventos quizás sea un ejercicio poco ortodoxo científicamente pero sirve como lógica narración causa/efecto para entender lo que pasa allí y por qué existe una cierta obligación moral para aquellos que tratan de venir aquí.

Alemania es uno de los países que más armamento exporta en el mundo, el 5º según datos del Instituto International de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en una clasificación en la que España ocupa un dignísimo 7º puesto.

Porque la ministra alemana hace bien en defender la dignidad y la libertad de elección de la mujer pero asalta la duda de si siente esa misma empatía por el pueblo yemení, al que el régimen saudí bombardea sin pudor con las mismas armas que tanto Alemania como España le venden, tal y como muchas organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional, vienen denunciando desde el pasado año.

Del mismo modo que cabe preguntarse de dónde sacan los denominados grupos rebeldes presentes en Siria todo su armamento. Igual de claro que es el apoyo de los rusos a Al-Assad pocos dudan de quién sostiene a la otra parte combatiente.

Sí, Occidente cuenta con una industria armamentística que genera riqueza y que necesita vender sus productos. Lo que no vale es la doble moral. La de vender armas a todo tipo de regímenes y grupos sin condiciones y luego llevarse las manos a la cabeza porque se usan contra civiles sin ningún escrúpulo. La de enviar todo tipo de artillería y luego sorprendernos de que los pocos afortunados que pueden escapar del infierno busquen una vida digna en los mismos países que están ayudando a mantener el fuego abierto.

Nosotros seguimos enviando bombas, seguiremos cargando y recibiendo víctimas inocentes. *Periodista.

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