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En la otra esquina

Fracturas

Solo los cobardes eluden tomar decisiones en los momentos difíciles. Solo quienes tienen miedo a las consecuencias se escudan en los demás para no afrontar la responsabilidad que les ha sido conferida.

En Cataluña está pasando eso. Una panda de políticos dispuestos a saltarse la ley, cueste lo que cueste, para defender los supuestos intereses de independencia de una parte de la sociedad. Una parte. ¿Y el resto? ¿Dónde están las otras voces que desean seguir perteneciendo a un país que se dio hace años un marco de convivencia pacífica amparado por la Constitución votada por todos?

Pero si la gravedad de la situación es también culpa de la inacción de este Gobierno y los anteriores, que han permitido que se llegue a estas alturas de la película, mucho peor serán las fracturas, antes invisibles y ahora notorias, que la sociedad catalana arrastrará en la resaca de esta gran crisis. La violencia no es política. La violencia engendra más violencia.

La vergüenza de las imágenes de unos dando palos y otros cargando urnas manchadas de ilegalidad manifiesta. Tengo amigos guardias civiles que no están en la refriega de estos días en Cataluña. Uno de ellos me explicó con preocupación que la acción de sus compañeros el pasado domingo en el día de la votación es la consecuencia del fracaso de la política. De todos, sin excepción. De quienes tuvieron la oportunidad de parar esta deriva hasta que los jueces comenzaron a intervenir en el conflicto y de quienes siguen pensando que con la lucha en la calle se conseguirá el objetivo deseado. No. Afortunadamente, los españoles no vivimos en un país bananero. Sí, nos dimos unas reglas de convivencia y de diálogo. Con regiones a años del desarrollo de otras. ¿O acaso los extremeños no hemos contribuido a que Cataluña sea una de las comunidades más prósperas de este país? Reconozco que es necesario aumentar los cuotas de autogobierno, admito hasta que su egoísmo sea una moneda de cambio para lograr más dinero del Estado. Pero me posiciono a favor de la ley. Lo único que puede salvar el futuro de nosotros y de las generaciones que vendrán.

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