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CARTA DESTACADA

Profesores poco valorados

Hace un año que doy clases de español a extranjeros. Me desplazo a las empresas donde trabajan los estudiantes, adaptándome a sus horarios. Me encantaría poder vivir de esto, pero es un trabajo poco valorado y mal pagado. Ser un buen docente de idiomas implica haber realizado algún curso de especialización en metodología de la enseñanza de lenguas, además de poseer una licenciatura. Las clases requieren mucha preparación previa, no se pueden improvisar. Hay que escoger los materiales y ordenar los ejercicios teniendo en cuenta determinados criterios. Toda esta dedicación tiene un valor y no se remunera justamente: el precio por hora lectiva se sitúa entre los 12 y los 22 euros, pero algunos de mis compañeros han llegado a cobrar 11. Falta una reflexión profunda sobre la labor del profesor de idiomas en nuestra sociedad, cada vez más globalizada y, por tanto, con más extranjeros desconocedores en muchas ocasiones de la lengua del país que los acoge. Por eso hago un llamamiento a las administraciones públicas, empresas de contratación y demás agentes implicados para que consideren la necesidad de revalorizar la función de estos profesionales.

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