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A la cola para vacunarse

Prácticamente de todo se puede hacer negocio y el covid no iba a ser una excepción. No hay más que ver el innumerable volumen de tipos y diseños de mascarillas que ya casi se pueden encontrar a la venta en cualquier establecimiento. Diría que las farmacias son las que menos venden al ciudadano de a pie, que piensa ya más en cuál le quedará mejor con el vestuario del día que en su nivel de protección frente al virus.

Pero esto es solo un ejemplo de negocio a nivel básico, el potente vendrá con la vacuna. Ya se vislumbra una lucha encarnizada por ser el primero en tenerla, el primero en comercializarla, hay mucho dinero en juego cuando se trata de una pandemia. Actualmente, hay hasta 40 modelos de vacunas en desarrollo.

Pero las prisas no son buenas, ya lo han advertido los expertos y no vale cualquier vacuna, tiene que ser eficaz, es decir, con un alto porcentaje de protección y tiene que ser segura para que, como se suele decir, no sea peor el remedio que la enfermedad.

Además, su eficacia dependerá del número de personas que puedan o quieran vacunarse y aquí se dan diferentes casuísticas. Por un lado, al ser una vacuna nueva, que surgirá de la presión de una pandemia, habrá muchos que no se fíen y prefieran no vacunarse y mantener las medidas para no tener contacto con el virus ni de refilón, aunque el riesgo cero no existe. Pero lo más preocupante es que quien quiera y necesite ponérsela, no pueda.

En esto entrará de nuevo el negocio farmacéutico y la capacidad de los países para adquirir vacunas, así como la solidaridad o insolidaridad para repartirse el Santo Grial. En un mundo ideal, los países con más contagios, más muertes o más necesidades por la precariedad de la población deberían ser los primeros en recibirla. Los primeros, los que más la necesiten, pero me temo que de nuevo mandará el dinero y habrá que ponerse a la cola para conseguirla.

La Organización Mundial de la Salud ya ha dicho que los primeros deberán ser los sanitarios y después, los ancianos y personas más vulnerables, pero ¿cuántas personas vulnerables hay en África? Estamos hablando de vidas así que es el momento de exigir a quienes nos gobiernan que dejen las peleas absurdas, echen el resto y no consientan flagrantes desigualdades en el reparto. La diferencia entre estar el primero o el último de la cola puede ser la muerte.

*Periodista.

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