No todo vale. Ni en la guerra, ni en el amor, ni mucho menos, en política. Es más, hay cosas y personas que deberían ser siempre, sin excusas ni excepciones, intocables. Para mí, los menores y nuestros mayores forman parte de ese grupo, y es por eso que el solo hecho de que Vox los haya puesto en la palestra y, además, enfrentados en un cartel con fines electorales, ya me parece repugnante. Pero no es lo más grave, sino una simple maniobra publicitaria. Olviden por un momento la polémica generada, porque al fin y al cabo seguir hablando de ello es bailarles el agua, y miren detrás de la imagen, lo que esconde y los principios que lleva por bandera, y es en ese reverso dónde se puede encontrar un sesgo tan siniestro como el mismísimo retrato de Dorian Grey. 

El fondo, los sentimientos que inspiran y justifican el mensaje es lo que nos debería dar miedo. Nos quieren vender que unos menores extranjeros nos acompañados (conocidos como menas), que forman parte de los grupos más vulnerables de nuestra sociedad, son una amenaza y la causa de la precariedad de otro de los colectivos más frágiles: el de nuestros abuelos. Y no solo es rastrero, es falso y sólo por eso debería retirarse el cartel. Erró la fiscalía provincial al pedir que se eliminara aludiendo un posible delito de incitación al odio, que tuvo como respuesta la negativa del juzgado de instrucción número 48 de Madrid. A lo mejor deberían haberlo denunciado directamente como publicidad engañosa, porque lo que cuenta: «Un MENA, 4.700 euros al mes. Tu abuela, 426 euros de pensión al mes», no responde a la realidad. Estos chavales no reciben la cantidad mencionada en ningún caso, la cifra alude a las cantidades destinadas al pago de los trabajadores del sector social que les atienden o a la gestión de las instalaciones donde viven. Pero está muy claro que lo que buscaba con esta propaganda el partido de Santiago Abascal no era el rigor informativo, sino hacer ruido, y dividir y enfrentar a la sociedad.

La historia se repite sin cesar y no es la primera vez que un grupo político de ideas radicales aprovecha el caldo de cultivo de una economía en cueros para tirar del populismo y fomentar el odio hacia los grupos minoritarios, que se convierten en el blanco más fácil. Pero señalar a estos niños, que han dejado atrás todo lo que conocían y amaban, y que se han jugado la vida en un viaje rodeado de penurias y muerte, alimentados por la esperanza de una vida mejor, es simplemente despreciable. Creen los de la extrema derecha que los madrileños no se ven reflejados en el menor del cartel, sino en la abuela, pero es ahí donde se equivocan. De hecho alguien debería explicarles a Abascal y a los suyos que en la campaña del Brexit, por ejemplo, en ese cartel suyo el joven inmigrante seguramente sería español. Porque el Reino Unido, así como otros muchos países europeos, están llenos de jóvenes de nuestro país que han emigrado también y que conocen lo que es el rechazo por el simple hecho de hablar otro idioma o tener un color de piel distinto. Con la diferencia de que, por suerte, la mayoría lo hace para buscar un futuro mejor, no para poder comer, ni porque corra peligro su vida, y por supuesto, no suelen ser menores de edad. Aquellos que lo son, como lo será el año que viene la princesa Leonor, por ejemplo, son chavales de familias acomodadas que nada tienen que temer por su seguridad. Es más, los británicos los reciben con los brazos abiertos, porque como los españoles de su calaña, ellos no son racistas, sino clasistas. 

Dicen que el racismo se cura viajando, aunque en el caso de Vox y sus votantes, ni nacer reencarnados en el mismísimo Willy Fog serviría para remediar su problema. Porque ellos ven solo lo que quieren ver y escuchan sólo lo que quieren oír. El mejor antídoto para el veneno del odio que nos quieren inculcar es tener los ojos bien abiertos y también los oídos. Porque no están aquí para defender los derechos de nadie, y mucho menos los de todos, ellos luchan por los que consideran ‘los suyos’ y les da igual las cabezas que tengan que pisar en su escalada. ¿Conocen ese poema atribuido a Beltor Brecht «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas...»? Ténganlo muy presente.

*Periodista