No sé en qué red social encontré este chiste simple, pero elocuente: -¡Qué elegante vienes a la universidad! –Es que tengo clase… Habrá a quien le parezca trasnochado, pero a mí me gusta y por eso lo comparto. Pues está la actualidad tan llena de gente sin clase que apetece admirar ese sello de dignidad y elegancia, menospreciado hoy por la invasión de lo ordinario, que nada tiene que ver con el dinero o con la cuna, mucho con la altura moral y tanto se agradece cuando se encuentra en una persona. Y el que quiera entender que entienda. 

Abundan hoy personajes de inmerecida notoriedad y peligrosa influencia y no se comprende cómo todavía no han sido víctimas de su comportamiento zafio y su modo de ser aun más zafio. A una le parece, y se repite, por ejemplo, absolutamente incomprensible que el Premier británico no haya sido obligado ya a dimitir, ni que a alguien, como he oído hace poco, le pueda parecer un tío salao ese incontinente que, además de desconocer la utilidad del peine, celebraba fiestas, bailaba y bebía cuando Gran Bretaña era una inmensa llaga abierta. Mas no es eso, con serlo, lo más grave, sino que ahora el muy taimado quiera librarse buscando chivos expiatorios en esa operación salvar al Perro Grande, de nombre tan gráfico como revelador.

De la abundancia del corazón habla la boca y por ello sabemos ahora de la zafiedad oculta del aparentemente ponderado, cuando no está dormido, Biden, -¡qué peligro tienen estos demócratas!- al que el micrófono abierto pilló llamando «estúpido hijo de puta» a un periodista inquisitivo.

Por la boca muere el pez, aunque Iglesias ya sea un aparente cadáver político y demostrara el otro día que él, al menos, mentía más que alentaba cuando ejercía de vicepresidente. Lección viva de la ausencia intrínseca de clase, concepto que desconoce y seguramente despreciará.

Por último, hay veces que es preferible hablar. Nadie juzga el desamor, y son «cosas que pasan», pero ¡qué impresentable falta de clase preferir una foto humillante en la prensa rosa a una necesaria, previa, neutra y elegante declaración de ruptura!

*Profesora