El Periódico Extremadura

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Fernando Valbuena

A la intemperie

Fernando Valbuena

Enrique Sánchez de León

La flor de jara, como si estuviera maldita, marchita en los despachos

Enrique Sánchez de León esta semana en Badajoz. SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Acaba de presentarse un estudio sobre Enrique Sánchez de León. No he tenido ocasión de hojear ejemplar alguno, pero, gracias a la cacharrería digital del momento y, por supuesto, a la diligencia de, tomen aire, la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz, he podido seguir el acto de su presentación en tan ilustre casa. Diré también, para no faltar a las debidas gratitudes, que su redacción fue promovida y su publicación costeada por la Fundación Caja Badajoz.

Y al pan. A Enrique Sánchez de León. En palabras del presidente de la tal fundación, Emilio Vázquez, «uno de los nuestros». Uno de los nuestros que no ha renunciado a seguir siéndolo. Extremeño al que los trienios de la diáspora no le han hecho olvidar ni la tierra de su nacencia y primera juventud, ni sus interrogantes pendientes. Sin duda, a Enrique Sánchez de León el relumbrón en la Historia se lo ha dado su destacada intervención en eso que llamamos la Transición. «De la ley a la ley», en palabras de Torcuato Fernández Miranda. Para hacerlo posible eran necesarios ellos, hombres de Estado con altura de miras. Entre el búnker y la revolución: la reforma. Y lo hicieron posible. Quizá, y fundamentalmente, porque así lo quiso el pueblo español. Pero sin ellos, sin los pontoneros de la reforma, sin sus muchos méritos, no hubiera sido posible. Dicho lo cual, a día de hoy, y entre nosotros, de Enrique Sánchez de León interesa recuperar su paso por el regionalismo extremeño. 

Enrique ha escrito mucho sobre cuestiones jurídicas, pero ha reservado para Extremadura sus páginas de creación. Y me consta que desde Madrid sigue atento a cuanto en esta tierra ocurre y se publica. En eso no deja de sufrir el desarraigo de todos cuantos son (somos) emigrantes. Tratando de oír a Extremadura, la callada. Porque, tal y como tiene dicho el propio Sánchez de León, desde fuera solo se oye un profundo silencio. Extremadura entre el agravio y la decepción. ¿Es posible el regionalismo en Extremadura?

Lo que no admite duda es que Enrique Sánchez de León ganó por dos veces las elecciones en Extremadura. Por dos veces derrotó a las izquierdas en una región donde eso tiene su mérito (y su castigo). Pero para hacerlo tuvo que aparcar el regionalismo. Los intentos posteriores de resucitar una opción electoral regionalista han obtenido resultados enclenques. La flor de jara, como si estuviera maldita, marchita en los despachos.

El regionalismo puede que sea una herramienta en desuso, pero no es una herramienta rota

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En estos años, lo más parecido a un caudillo regionalista que ha tenido esta tierra se llama Juan Carlos Rodríguez Ibarra. El único que, desde la atalaya privilegiada de su cargo, con voz tronante, ha roto nuestra modorra de siglos. Se diría, en afortunadísima metáfora de Feliciano Correa, que la bicicleta de Ibarra funcionaba con dos cadenas: la del socialismo y la del regionalismo. Nadie ha vuelto a tronar como él tronó. En gran medida los dos, Enrique Sánchez de León y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, son hijos su tiempo, sus aspiraciones son las de su generación, pero, por un motivo o por otro, los dos tuvieron que renunciar a los anhelos del regionalismo. Y con ellos, todos.

¿Es posible que Extremadura tenga voz propia en España? Ahora que los tiempos son otros, convendría volver a los viejos empeños. El regionalismo puede que sea, entre nosotros, una herramienta en desuso, pero no es una herramienta rota. ¡Óigase el alma extremeña en la construcción moral de España! Si los extremeños han sabido triunfar, dentro y fuera, en todo tipo de quehaceres, ¿por qué Extremadura ha de perpetuarse en la indolencia?

José Julián Barriga, Felipe Lorenzana, Manuel Soriano, Feliciano Correa y el propio Enrique Sánchez de León son los autores de esta obra que barrunto interesante. Ya saben, edita la Fundación Caja Badajoz. Si consiguen un ejemplar no dejen de leerlo (pero, por favor, recuerden reservar uno, aunque sea el último, para mí).

*Abogado

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