Opinión | Jueves sociales

David frente a Goliat

Ha pasado en Estados Unidos, no en Afganistán, donde acaban de cerrar una biblioteca solo para mujeres en la que se organizaban tertulias y charlas sobre libros, esa amenaza constante, ese caballo de batalla de cualquier dictador que se precie. Pero no hablamos de un país sin democracia, ni de un sistema educativo solo para hombres, ni de un régimen condenado por sus ataques a los derechos humanos. 

"El peligro no está en el David ni en los libros de la biblioteca, sino en la mirada turbia de quien mira sin saber ver

Hablamos de Estados Unidos, de Florida, donde la directora de una escuela ha tenido que dimitir por atreverse a mostrar imágenes del David de Miguel Ángel en una clase de arte. 

Los padres de los alumnos de once y doce años han protestado por lo que consideran pornografía, y el presidente de la escuela les ha dado la razón al tiempo que exige más control de los padres sobre los contenidos que se pueden ver en primaria. 

Todo esto en un estado en el que se prohíbe por ley hablar en las escuelas de temas relacionados con la sexualidad y el racismo, dos temas sobre los que algunos creen que aún hay que pasar de puntillas no vaya a molestarse nadie. 

Mientras esta noticia, que parece inventada, sucede en la realidad, en el mismo país siguen estallando los tiroteos en las escuelas y los niños que no pueden ver el David, porque está desnudo, tienen acceso en su teléfono móvil a una galería de vídeos o imágenes que sin la calidad artística de Miguel Ángel muestran el cuerpo humano en posiciones mucho más explícitas. 

La profesora, que también tiene nombre de personaje inventado, se llama Hope Carrasquilla, y va a recibir un premio de Florencia como reconocimiento a su labor, y la directora de la Galería de la Academia se ofrece a explicarles a los padres estadounidenses la diferencia artística entre desnudez y pornografía. 

De Afganistán a Estados Unidos hay muchos kilómetros y muchas diferencias culturales, pero a la hora de censurar, las semejanzas saltan a la vista. El peligro no está en el David ni en los libros de la biblioteca, sino en la mirada turbia de quien mira sin saber ver o queriendo ver la confirmación de sus peores sospechas. 

Parece mentira que en pleno siglo XXI, las mentes cerradas no hayan aprendido aún nada de lo que nos enseña la historia: el arte es muestra de civilización, el Renacimiento existió, pese a quien pese, y contra cualquier prohibición, nos queda el ejemplo que nos enseñan los siglos. 

Tratar de ocultarlo es censura, expulsar a quienes educan, es represión, y poner una venda en los ojos de los niños o de las mujeres no es suficiente para que dejen de ver. 

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