Opinión | Zona Zero

El duro oficio de cantar

A veces para que el talento se revele al gran público tienen que suceder extrañas casualidades. Paula Rubio y Luis G. Lucas mostraron una gran calidad y calidez en el escenario que debe ser reconocida tarde o temprano

Luis G. Lucas y Paula Rubio en la sala Boogaloo.

Luis G. Lucas y Paula Rubio en la sala Boogaloo. / EL PERIÓDICO

El concierto el pasado Sábado de Pasión en la Sala Boogaloo de Cáceres me recordó una vez más lo inmensamente duro del oficio de cantar. La cacereña Paula Rubio y el gaditano Luis G. Lucas hicieron gala de un derroche de talento y belleza musical, con buen sonido, muchas ganas y la ilusión desmedida que caracteriza esas edades. Aunque el espectáculo se redujo a un consumo casi familiar, fue de esas joyas que a veces puede uno encontrarse en una ciudad (y un país) donde el tiempo de los cantautores pasó y solo se presta atención a lo desmesurado y a los macroconciertos. A veces lo pequeño y lo sencillo llega más dentro y tiene más valor. Éste fue el caso.

Paula Rubio es una cantautora local con ideas y hambre de escenario. La vimos en la plaza Mayor el pasado verano y demostró que el gran formato no le queda grande. Tiene la pureza de quien no está aún contaminado por los riesgos laborales del oficio: managers, representantes, industria discográfica, organismos oficiales, gestores culturales… Y en esa candidez reside el inmenso valor de su trabajo. Canciones trabajadas y hechas con las tripas, que llegan al espectador.

 La otra parte del binomio, Luis G. Lucas atesora mucho oficio y experiencia. Gran parte de sus temas hablan de perseguir sueños en el mundo de la música por encima de prejuicios sociales e imposiciones comerciales. Tiene dentro ese duendecillo del genio gaditano y sobre todo mucha gracia y saber estar en el escenario. Ojalá esta unión musical y vivencial con Paula tenga más recorrido y muy pronto tengamos nuevos trabajos de ambos dos. Eso no está en sus manos. A veces para que el talento se revele al gran público tienen que suceder extrañas serendipias y casualidades ajenas a los creadores. Ellos tienen posibilidades, que los vientos los lleven pronto a Ítaca.

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