tr

¿Cuántos pinos vale un hurdano?

Las masas de pinar pueden ser de gran interés, pero un peligro si se plantan masivamente

Efectivo de la UME en el pasado incendio Las Hurdes.

Efectivo de la UME en el pasado incendio Las Hurdes. / UME

Fernando Pulido

Fernando Pulido

Las plantaciones de pinos o de otras especies forestales no son intrínsecamente nocivas o benignas: todo depende de dónde, para qué y en qué medida se utilicen. Las masas de pinar pueden ser de interés si generan productos comerciales y servicios ambientales sobre superficies de tamaño moderado donde es difícil conseguir los mismos objetivos con otras especies. Pero se suelen convertir en un peligro devastador porque se plantan en masas excesivamente grandes que, por diferentes razones, no es posible gestionar adecuadamente y además acaban colonizando enormes superficies adyacentes sin control. Y esto último es lo que viene pasando en varias comarcas extremeñas, singularmente en Las Hurdes, donde se plantaron decenas de miles de hectáreas excluyendo buena parte de los usos tradicionales que evitaban los grandes incendios. 

Resulta paradójico y triste que estas plantaciones hayan atraído enormes inversiones públicas para su gestión y que, al mismo tiempo, sean las que concentran históricamente los incendios más grandes y reiterados de la región. Tras el reciente incendio iniciado en Pinofranqueado, nos decía la administración responsable que el problema no está en los pinos y que lo que hay que hacer es «gestionarlos» para que no provoquen catástrofes. ¿Acaso no estaban gestionadas las masas de pinar que han ardido en ese incendio? El gasto público, supuestamente preventivo, en ellas ha sido obsceno en los últimos años a la vista de su incapacidad para evitar una catástrofe ambiental que también pudo ser humanitaria. Pregunten a los bomberos y vecinos atrapados en la alquería de Ovejuela.

La situación pasa de triste a sórdida cuando se mantiene durante décadas sin que se le ponga freno a pesar del evidente riesgo para la población. Es más, el mismo tipo de masas que arden de forma reiterada se están plantando y se prevé plantar en los montes públicos de esta comarca con la financiación de grupos empresariales interesados en el beneficio económico reportado por la fijación de carbono, pero que se despreocupan del riesgo de incendio asociado para la población local. Es más, en el caso de que estas masas continuas ardan, se quemarán además las masas adyacentes que rodean a los núcleos habitados, en lo que rigurosamente podemos llamar incendios de promoción oficial, aunque la fuente de ignición sea un delincuente o un rayo.

De haber aplicado ciertas medidas se habrían mitigado las consecuencias de los grandes incendios de 2022 y 2023

Desde la Universidad de Extremadura y otras instancias se han propuesto en los últimos años medidas de choque para estos montes «de utilidad pública», pero han sido sistemáticamente ignoradas o bloqueadas por la administración. De haberse aplicado, estas medidas habrían mitigado las consecuencias de los últimos grandes incendios de 2022 y 2023. Por tanto, cabe preguntarse a quién beneficia tanta inacción o tanta acción en la dirección opuesta a las tesis científicas y al sentido común. Y aunque no es posible en este espacio analizar el problema a fondo, las dudas se despejan cuando lapropia administración argumenta que cierto tipo de medidas preventivas innovadoras no se pueden ejecutar porque reducen la producción de madera. De hecho, sí está previsto ejecutarlas donde no hay tales pérdidas productivas, como ocurrirá en el Parque Nacional de Monfragüe gracias a un acertado plan preventivo surgido tras el incendio del año pasado. Ahora entenderán el título de este ensayo…

En el último año hemos asistido a números foros nacionales, y todos ellos han concluido que hemos llegado a una nueva era en la que los incendios que rebasan cierto tamaño ya no se pueden apagar con las medidas convencionales. Por eso se propone, comenzando por las áreas de riesgo extremo, adaptar el territorio para que albergue un mosaico de zonas forestales, agrícolas y ganaderas que, junto a prácticas modernas de prevención y extinción adecuadamente coordinadas, reduzcan la probabilidad de los grandes incendios. 

Por volver al caso lacerante de Las Hurdes, donde los incendios campan a sus anchas en las zonas de gestión pública pero no en las privadas donde es posible la agricultura de montaña, la solución está escrita en el paisaje: sólo hay que recorrerlo libre de prejuicios e intereses.

*Catedrático de Producción Vegetal de la Universidad de Extremadura. Docente e investigador en el Grado de Ingeniería Forestal y del Medio Natural.

Suscríbete para seguir leyendo