Encerado y clarión

De colegios, pero no electorales

Saturnino Acosta

Saturnino Acosta

Por primera vez, hemos celebrado unas elecciones generales en pleno julio, decisión muy discutida y/o discutible por muchos, indiferente para otros, y muy calculada por algunos; pero independientemente de los resultados electorales y las consecuencias políticas, implícita y explícitamente en la fecha elegida había una obviedad, las altas temperaturas, tanto para los que votaban, como para los que estaban en mesa, y claro, como no podía ser de otra manera, cuando nuestros políticos se juegan el futuro, el suyo, todo comodidad para con el ciudadano es poca.

"En fin, casi mejor que hubiera elecciones todos los días del año, total, como sigamos así, terminaremos coincidiendo todos en los colegios, los votantes y los que aprenden o debieran aprender, ¿o era al revés?

Y ciertamente así fue. Botellas frescas de agua, ventiladores a mansalva, incluso refrigeradores de aire. A pocos ciudadanos les llamaría la atención dicho dispendio para favorecer el voto, incluso se congratularían por ello, a casi todos menos a un colectivo, los docentes.

Veamos, 23 de julio de 2023, pongamos en una ciudad tradicionalmente calurosa, Sevilla, 40 grados y 39,3% de humedad, 14 de junio de 2023, 35 grados y 45,6% de humedad y dando gracias, porque el 23 de julio de 2022, el año pasado, fue de 44 grados y el 14 de junio de 46 grados.

Bien, ahora imagínense los grados un 14 de junio en un aula, que no gimnasio o entrada principal, con entre 25 y 35 alumnos a las 12.30 horas, después del recreo y hasta las 14.00 horas, incluso con ventanas abiertas, de la humedad ya ni hablamos. 

Y ahora piensen entre cinco y seis horas al día, todos los días durante un mes, al menos, al finalizar el curso escolar, y otra vez al comenzarlo. Pues qué quieren que les diga, sí, realmente vergonzoso para con nuestro alumnado y vergonzante para nuestros políticos, pues no hablamos de mayores de edad, hablamos de niños y niñas, púberes y jóvenes de entre dos y diecisiete años.  

Y también, por qué no decirlo, en pleno mes de julio y hasta aproximadamente el diez o el quince, en jornadas maratonianas de hasta ocho horas los compañeros que examinan a otros docentes todos los años en oposiciones, unas veces de secundaria como éste y de maestros el siguiente, sin contar que el años que viene coincidirán ambas.

Puedo asegurarles que quizás si lo vieran como muchos compañeros lo vemos, y a buen seguro ahora muchos y muchas padres y madres, más les incitaría a ir a votar aunque pasasen calor, el saber que a quien vota les importa más las temperaturas de los colegios durante los 364 días restantes, incluido el invierno. 

En fin, casi mejor que hubiera elecciones todos los días del año, total, como sigamos así, terminaremos coincidiendo todos en los colegios, los votantes y los que aprenden o debieran aprender, ¿o era al revés? H

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