Tribuna

Calor y abrazos

El PP ha ganado las elecciones, pero no podrá gobernar, y el PSOE ha perdido, pero aspira a lograrlo

Jorge Dezcallar

Jorge Dezcallar

Este verano está marcado por una guerra en Ucrania que por desgracia no lleva trazas de terminar, por las recientes elecciones, y por el mes de julio más caliente de la historia, mientras algunos siguen negando el calentamiento global. «Hay gente pa tó», que dijo El Gallo cuando conoció al filósofo Ortega y Gasset, porque algunos todavía mantienen que la Tierra es plana. En Ucrania siguen bombardeando a pesar del calor pues allí el clima influye de otra manera: en otoño e invierno, con las campos llenos de barro y nieve, es difícil avanzar mientras la primavera y el verano hacen las delicias de los tanques en aquellas inmensas llanuras... a no ser que vuelen una presa, como hicieron en Kajovka. Eso y las minas, incluidas las de racimo que Rusia ya usaba y que Biden ha tomado la -a mi juicio equivocada- decisión de suministrar, porque «siembran» de muerte extensiones de terreno que luego es difícil limpiar, como muestran los casos de Laos y Vietnam 50 años después. 

La guerra de Ucrania se está convirtiendo en una guerra de trincheras y en ellas solo hay nieve y ratas en invierno y calor y moscas en verano, que es lo que ahora tienen rusos y ucranianos. Calor y moscas. Y muchas bombas, mientras Ucrania trata de recuperar terreno perdido. Allí no se dan abrazos. 

En España hemos celebrado elecciones generales en verano por vez primera en nuestra corta historia democrática. Con mucho calor, como es normal en julio, y con muchos abrazos calurosos, que me extrañan más. Además de urnas ha habido que poner ventiladores. 

El PP dice que cuando gobierne (?) prohibirá que se convoquen elecciones en verano. Lo que más me ha impresionado de la noche electoral es que todos se abrazaban y aplaudían como si hubieran ganado... cuando todos han perdido y quizás también ha perdido el país, si se ve abocado a la parálisis institucional. Unos se abrazan porque ganan (pero no podrán gobernar) y otros porque esperan poder hacerlo aunque hayan perdido. Daba sofoco ver tanto abrazo «caluroso» en mitad de aquellos bochornos políticos y climáticos. 

Los del PP se abrazaron menos, en su sede había sonrisas forzadas por un triunfo amargo y miradas de reojo en busca de culpables por no haber alcanzado los escaños que les prometían unos pronosticadores que no dan una. Tampoco se abrazaban los de Vox que, con 19 escaños menos, tenían más bien cara de querer liarse a puñetazos contra los del PP y su política del voto útil que, decían, había resultado inútil. Los que más se abrazaban eran los perdedores del PSOE y de Sumar. Cuanto mayor la derrota, más aplausos y abrazos al líder, no vaya a ser que me deje fuera de la foto, como les ocurrió a esos miles de descalabrados que produjeron las elecciones de mayo y que ahora están en el paro. 

El PSOE respiraba aliviado porque se temía una derrota mayúscula, pero la principal razón de su alegría era que el PP no podría formar gobierno. Se abrazaban por el mal ajeno más que por el bien propio. Y otro tanto en Sumar, un batiburrillo de 15 partidos que recuerda al camarote de los Hermanos Marx, besos y abrazos a todo meter mientras ya piden ministerios como si no hubieran perdido el montón de votos y escaños que les recordaba Ione Belarra, al decir que «la estrategia no ha funcionado». Algunas desenvainan rápido el cuchillo. Aunque los abrazos en Sumar quizás fueran porque en ese batiburrillo todavía debían estar conociéndose entre ellas: «¡Mujer! ¡Con lo que había oído hablar de ti y por fin nos conocemos!». Y otro abrazo. Aquí se abrazan los de la misma cuerda ideológica con el mismo calor con el que odian a los de los otros partidos... e incluso a algunos compañeros del propio, como diría Andreotti. 

Yo no veo razón para tanta alegría y tanto abrazo. El PP ha ganado pero no podrá gobernar y el PSOE ha perdido pero aspira a lograrlo con la ayuda de un presunto delincuente prófugo de la justicia. No hay quien dé más. Vivimos en un esperpento de Valle Inclán. Veremos cómo se soluciona el bloqueo pero me temo que salvo sorpresas (que no se pida lo imposible), si hay un mínimo de dignidad y no se acepta lo inaceptable, tendremos nuevas elecciones sin estos calores. O quizás no.  

*Diplomático

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