Desde el umbral

Notas

Antonio Galván González

Antonio Galván González

No sé si a ustedes les sucederá algo parecido, pero la sección de notas de mi teléfono móvil se ha convertido en un cajón de sastre en el que escribo sobre asuntos de lo más variopintos. Luego, me ocurre que, cuando busco algo, no lo encuentro. O que, cuando trato de localizar una anotación concreta, me tropiezo con otras que algún día busqué sin éxito. Lo que viene a ser un pequeño gran jaleo, vamos. En ocasiones, utilizo la aplicación como agenda telefónica. Otras veces, como procesador de texto. También me ha servido como libretilla para, luego, poder enunciar ágilmente las bebidas y platos que queríamos pedir en una comida o cena en cualquier bar o restaurante. De tal modo que, cuando accedo a la aplicación, se entremezclan algunos textos para el periódico con raciones de chipirones y refrescos de Coca Cola, o una fecha en la que debía hacer no sé muy bien qué, o el título de una peli, un libro, un cómic, una serie o un álbum musical que me llamó la atención en cualquier publicación en redes sociales, o un listado con los hitos de desarrollo de mi hija a los que voy asistiendo cautivado. Digamos, pues, que la aplicación notas de mi móvil es un cuaderno digital en el que se entremezclan asuntos sin apenas orden ni concierto. Y lo peor de todo es que lo que entra ahí, no desaparece. Si escribo algo, no lo borro ni elimino. Y así ocurre que, cuando uno va a cambiar de móvil, se tropieza con hallazgos de tiempos pasados en forma de letras que no recordaba haber anotado. Y no es por afán alguno de conservar esas notas que siguen ahí, ni por un síndrome de Diógenes digital. Es por simple dejadez en este plano. Que como las notas no ocupan apenas espacio, no estorba su acumulación y desparrame en ese soporte un tanto nebuloso que es la memoria del móvil. Sin ir más lejos, esta columna la estoy escribiendo, mientras viajo, en las notas del móvil. Y voy copiando y pegando el texto en un contador de caracteres para tratar de amoldarme al espacio con que cuento para compartir pensamientos, reflexiones e ideas con ustedes. A veces, me ha ocurrido que, entre la escritura y los copia y pega de aquí para allá, se me ha perdido el texto completo a falta de unas líneas para concluirlo. Hoy tuve un pequeño sustillo al aspecto. Pero, así, como quien no quiere la cosa, he llegado al final del artículo antes de concluir el camino de vuelta a casa. Y todo gracias a la aplicación de notas del móvil. Lujos y facilidades de la modernidad, que también tiene sus cosas buenas.

*Periodista

Suscríbete para seguir leyendo