A la intemperie

Todo por el turrón

¿Acaso es progresista privilegiar a unas regiones para menoscabar a otras?

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez

Fernando Valbuena

Fernando Valbuena

También los chinches. O las chinches. Había una vez un palacio con chinches… No muy lejos, pongan ustedes que en la carretera de La Coruña (en gallego, A Coruña). Gallego no sé. Lo que sí sé es que llegadas estas fechas los entrenadores con más derrotas que victorias matan por comerse el turrón en el banquillo. ¿Se comerá Sánchez el turrón en Moncloa? Estas Navidades, medio que sí. Las próximas… probablemente no. No creo que las mentiras le sostengan tanto tiempo. Es mucho engañar. Claro que sarna con gusto no pica. Lo dice el mismo Puigdemont: «Sánchez es un mentiroso». Que Sánchez es un mentiroso lo sabemos desde lo de la tesis. Y no dimitió, lo que viene a probar que, además de un mentiroso, es un caradura. Y con esas dos herramientas ha llegado, mal que bien, a dormir en palacio. Ha ido sorteando obstáculos, enterrando opositores... Sánchez es uno de esos tipos, uno de esos pocos tipos, que te hacen sospechar que la suerte tiene favoritos. La buena para él, la mala para el resto. Sin remordimientos, por supuesto. Suerte o, más bien, voluntad. Voluntad no le falta. Voluntad, en su caso, orientada al mal. Al mal si el mal puede serle útil. Todo por comerse el turrón en Moncloa, aunque para ello tenga que soportar chinches en el colchón. ¿Quién picará antes a quién? Esa es la gran incógnita política.

¿A qué convivencia beneficia premiar a los criminales?

Que en un cesto haya una manzana podrida es normal, y que pudra a las demás, también. Al menos eso parece ser lo ocurrido. Que agachen las orejas los que viven del partido, sea este partido el PSOE o lo sea Sumar, pudiera entenderse. Los diputados extremeños del PSOE, por ejemplo. Pudiera entenderse, pero, una vez entendido, dice mucho y malo de su catadura moral. Aplauden a sabiendas de que aplauden a quien roba a los extremeños. Todo por el turrón. El suyo. Turrón no les faltará, pero el desafuero perpetrado es de traca. Los cuartos y lo que no son los cuartos. Los socialistas han firmado en barbecho. Y como caradura no les falta van repitiendo las mentiras del argumentario: que si la convivencia, que si la progresía. ¿A qué convivencia beneficia dejar los crímenes sin castigo? ¿A qué convivencia beneficia premiar a los criminales? ¿A qué convivencia beneficia que unos pocos decidan lo que a todos los españoles nos corresponde decidir? ¡Anda ya! ¿Eso aplauden? Todo por el turrón. Y lo otro... ¿Acaso es progresista amparar la corrupción? ¿Acaso es progresista privilegiar a unas regiones para menoscabar a otras? ¿Acaso es progresista desvalijar la caja común? ¿Acaso es progresista que los políticos se arroguen el derecho de juzgar a los jueces? ¿Acaso es progresista quebrar la división de poderes? ¡Ni siquiera por el turrón! Sánchez ha secuestrado al partido con el aplauso de la marinería y ahora, envalentonado por haber llegado a puerto sano y salvo, está intentando secuestrar al Estado. De momento con el dinero de todos ha comprado (del verbo comprar) el voto de quienes lo venden. Con dinero y con promesas, dicho sea de paso, harto difíciles de cumplir. Entre ellas la de humillar a los jueces. No lo duden, si puede lo hará. Duden, sin embargo, que los jueces se rindan sin pelea. En esa batalla nos va no solo la justicia, sino también la libertad. De momento, a pesar del muy servicial Conde Pumpido, ya han protestado por escrito, unánimemente, todas las asociaciones judiciales, incluso las que pudieran ser más afines al depravado. Todas. Tal es el desafuero. Tal el atropello de la razón. Tal la claudicación ante criminales confesos y condenados. Más bien antes que después, los chinches que anidan en el colchón de palacio acabarán picándole y le dejarán sin turrón. Y ese día, el día de su caída, los que hoy le aplauden, los suyos, le crucificarán. Hasta esos. Ese día, lo primero, por higiene, será cambiar el colchón.

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