A la intemperie

El PSOE en la paridera

Gallardo tiene madera de político más por ansiedad que por necesidad

Miguel Ángel Gallardo.

Miguel Ángel Gallardo. / EL PERIÓDICO

Fernando Valbuena

Fernando Valbuena

Hará doce años escribí mi primera intemperie. Desde entonces, más menos, quinientas. Quinientos soles. Quinientas lunas. ¡Quién sabe! ¡Cuántos latidos! Dios tal vez. Si no fuera Él, ¿quién?

Digo que hará doce años que escribí mi primera intemperie… Aquella primera se titulaba ‘El PSOE en la paridera’. No soy de releerme. Tiricia, debe ser tiricia. ¡Palabritas del camino! ¡Cantos rodados! Hasta quinientos… 

Me ha venido a las mientes aquella primera columna al hilo de las primarias del PSOE extremeño. Cuando la escribí se buscaba recambio a Zapatero. Ahora a Vara. La he vuelto a leer. Aquel parto fue calamitoso. Al menos así opinan muchos. También un puñado de socialistas. Escribía entonces: «Y viéndoles ir… sé que han de volver. Porque España es, ha sido y será, roja de mineral y sangre. Aquí los hay rojos por millones. Y volverán». Y volvieron. Y volverán, antes o después, al gobierno de Extremadura. Es cosa de tiempo. Por eso importa que el parto sea para bien.

Ya tengo dicho que Ibarra con el tiempo se me agranda. Al irse dejó señalado a su sucesor y protestas, si las hubo, no las recuerdo. Vara es de otra pasta. Vara ha hecho mutis por el foro sin señalar heredero. Hay que reconocerle que es más higiénico no mancharse las manos de sangre. Nadie podrá culparle de los desaguisados ajenos. Que decidan los que tengan que decidir…

«Ellos entre ellos, en libertad y con el dolor que tengan por conveniente. Que se limpien y vengan limpios, porque España necesita de sus riñones en la alzada. Que no puedan más los intrigantes, ni tampoco los falsos, ni las compañeras cainitas, ni los indignados a la violeta, ni las ovejitas de colmillo retorcido y aliento a carroña. Que no puedan». Cambien España por Extremadura y lo que decía entonces, digo ahora.

Sin embargo, al cabo de los años, al cabo de tantas olas rotas en las peñas, he perdido alas para la esperanza. Me temo que esto son, en palabras que le robo a José Antonio, los restos desabridos de un banquete sucio. Poco más que política. Que Gallardo venía huroneándole el cargo a Vara era palmario. Que Gallardo es ambicioso en extremo no creo que lo dude nadie. Si serlo en extremo es maldad, cada uno con su opinión. Ambicioso y autoritario. Los chiquininos tienden a mandar de más. Tienden a mandar en seco y a saco. Es, en cierto modo, su venganza. A Gallardo le gusta mandar. Le pone ganas. Gallardo ha tejido una red clientelar desde la Diputación de Badajoz, ha dado socorro, amparo y cobijo, refugio, patrocinio y abrigo a más de un compañero de partido sin acomodo, a más de uno, y, de paso, al hermanísimo del generalísimo. Las diputaciones, también la cacereña, son tabla de salvación para náufragos socialistas reñidos con las urnas. Gallardo lleva muchos años en esa taifa como para no aspirar al emirato. Gallardo no se conforma, tiene madera de político más por ansiedad que por necesidad. Algunos, que le ven ganador, han rendido armas a su paso. Osuna, por ejemplo. Todo sea por el mendrugo.

¿Es posible oponer resistencia a mano de piedra Gallardo? ¿Quintana? Soy quintanista, pero a Quintana en la pedrea lo suyo es que le toque la Delegación del Gobierno en Extremadura. Pero en Cáceres hay quien -carne de su carne socialista- llama a Gallardo desleal. ¡Cantó la gallina! ¿Quién es la tapada? ¿Mujer y cacereña? ¿Garlito? No soy partidario de calibrar los méritos por el lugar de la nacencia, ni siquiera por lo que a la nacencia se tuviera entre las piernas. No, pero ahí está Guardiola, mujer y cacereña. Yo creo que el mérito está más allá. Por cierto, ¿qué méritos tiene Gallardo? ¿Y Garlito?

*Abogado

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