Encerado y clarión

De plantillas docentes y decentes

Alumnos en una aula

Alumnos en una aula / EL PERIÓDICO

Saturnino Acosta

Saturnino Acosta

En breve se negociarán las plantillas docentes de los centros extremeños y será entonces cuando podamos constatar el verdadero compromiso de nuestra recién estrenada administración para con la educación extremeña, que es lo mismo que decir para con el futuro de Extremadura. De momento todo han sido compromisos y promesas, no antes de gobernar, una vez gobernando, por lo que de momento la confianza se mantiene intacta, pero como decía el emperador romano Tito, «verba volant, scriptamanent», las palabras vuelan, lo escrito permanece.

"Si de verdad queremos mejorar los resultados de nuestro alumnado, sólo hay una forma segura y cierta de hacerlo, mejorando las plantillas docentes, no sólo en número, en calidad

Extremadura no es cualquier región, al menos en cuanto a su red de centros, Extremadura es ruralidad, especialmente en la provincia de Cáceres; y su red de centros, si me lo permiten, el sostén de muchas localidades rurales que sin su colegio o su instituto cercano, verían peligrar su propia supervivencia. La escuela rural no solo hay que cuidarla, hay que mimarla. Pero no es solo la escuela rural, nuestro sistema educativo, el extremeño, ha pecado desde siempre, igual que muchas otras comunidades, de politiquitis, es decir, gestionar la educación para hacer política, en vez de hacer política para gestionar la educación. Así nos va y así nos van yendo los resultados.

Si de verdad queremos mejorar los resultados de nuestro alumnado, solo hay una forma segura y cierta de hacerlo, mejorando las plantillas docentes, no solo en número, en calidad. Uno de los problemas de nuestra educación es por ejemplo la inestabilidad de las plantillas.

Hay centros donde la plantilla con destino definitivo puede no llegar ni al veinte por ciento, incluso alguno donde no existe, con lo cual centenares de docentes, por no decir miles, cambian de destino y de centro cada curso escolar.

El problema no solo afecta al profesorado, también al alumnado y a las familias. La única solución es ir consolidando en plantilla orgánica las hasta ahora plantillas funcionales de los centros. Se suponía que la estabilización, era precisamente para eso, pero no, se volvió a pecar de politiquitis. Estabilizamos en vez de puestos de trabajo estable, donde estabilizar docentes, a docentes, pero sin puestos de trabajo estable, sin mirar las consecuencias a medio ni largo plazo, aunque algunos lo avisamos. Si con anterioridad eran centenares los que no tenían destino definitivo, esperen ustedes en los próximos cursos, con las lógicas repercusiones no solo entre funcionarios de carrera, en concursos de traslados, en comisiones de servicio o futuras vacantes a interinidad, sin olvidar las pésimas repercusiones de cara a próximas oposiciones y a las promociones que van a pasar años sin tener ni siquiera posibilidad de acceso.

Pero todo tiene solución, difícil, pasito a pasito, pero si de verdad se quiere hacer política para mejorar la educación y no hacer educación para hacer política, la solución son las plantillas, es decir, invertir primero en docentes con puestos estables y lo demás vendrá solo. No digo que sea de un día para otro, pero este sería un buen momento para empezar. Lo primero, y como aconseja la propia Lomloe, rebajar las ratios, pero no a 22, a quince y veinte alumnos en infantil y primaria respectivamente, y no repartiendo alumnado por los centros, desdoblando en los propios centros. Luego, la figura de un docente en los centros de 0 a tres años es además de necesario, inevitable. Reducir a veinte horas la jornada de docencia directa en Primaria, evitar a toda costa los cursos internivel, rebajar las ratios en secundaria así como prohibir la docencia en enseñanzas y especialidades que no son las propias del docente, serán los retos de cara al futuro.

Si quieren hablar de plantillas docentes, hablemos de plantillas docentes, pero que sean decentes, recuerden que la plantilla ahora, está en su tejado, la «pedrá» ya la tiraron otros.

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