Opinión | La curiosa impertinente

Una tragedia abyecta

Elecciones vascas.

Elecciones vascas. / EL PERIÓDICO

Estamos diseñados para olvidar, dice Charan Ranganath en su libro Por qué recordamos. Según el neurocientífico, lo rutinario tiene poco poder de permanencia en la mente y por eso no recordamos donde hemos dejado el móvil, pero sucede lo contrario con los eventos traumáticos. Así una recuerda el día que a su padre le pegaron una paliza delante de toda su familia una pandilla de energúmenos independentistas cuando salía de Misa de 1 de la Iglesia de los Jesuitas de Caspe, un domingo cualquiera de su adolescencia en plena transición

El trauma se saldó con bastante odio juvenil, superado por los años y por la voluntad clara y positiva de superarlo. Nadie se atrevió entonces a afirmar que mi padre, capitán de aviación, había provocado con su ¡Viva España! y que mejor hubiera estado calladito. Cuando llegó Tarradellas, mi familia nuclear abandonó Barcelona para no volver más que de visita. Allí quedaron mis primos y mis amigas que me aseguran que muchísima más gente de la que se cree en el resto de España se siente española y no apoya el independentismo, además de olvidada por los gobernantes que prometieron defenderles.

También recuerda nítidamente los años negros del terror, cuando estudiaba en Pamplona y ETA asesinaba a diario. Personas desconocidas, militares, panaderos, guardias civiles, niños, escoltas, gente que pasaba por allí, catedráticos, concejales, esposas, y personas cercanas, como el padre de una compañera de colegio mayor que había cometido el grave pecado de ser médico militar.

Hoy han ganado en el País Vasco los partidos nacionalistas, jetzales o abertzales. Los primeros recogieron las nueces, conservadores ellos de todos sus privilegios y su dios y ley vieja, que menudo lema. Los segundos son los herederos de quienes ponían bombas, quemaban cuarteles con los niños dentro y volaban autobuses llenos de jóvenes. Amputaron y abrasaron sin piedad. La duda es si sus votantes lo han olvidado porque para ellos se trataba de rutina o les han votado porque avalan su pasado sanguinario. De cualquier forma, una tragedia abyecta.