Opinión | Café filosófico

Defender a Israel de quienes la defienden

¿Habrá alguien más antisemita que Netanyahu y sus apologetas?

Manifestación pro Palestina.

Manifestación pro Palestina.

El número de falacias e iniquidades que acumulan el gobierno y el Estado israelí en relación con la masacre de Gaza empieza a ser enciclopédico: la falsa dicotomía (el conmigo o contra mi), el tomar la parte por el todo («no hay civiles inocentes en Gaza», dijo hace meses el presidente Herzog), la creencia de que el fin siempre justifica los medios, la acusación de terrorista o antisemita a todo el que hace la más mínima crítica, el matar al mensajero (más de cien periodistas muertos, según la ONU), la confusión entre la justicia y la venganza…

Esto último no es nuevo. La práctica del escarmiento (por la que se arrasa el pueblo de un presunto culpable con todos sus habitantes dentro) es muy vieja, pero el Estado israelí la ha llevado a su máxima expresión, encerrando y machacando sin contemplaciones y durante meses a más de dos millones de gazatíes. Le ha pasado lo mismo con la vengativa Ley del Talión, que solo obliga al ojo por ojo, pero que Netanyahu la ha versionado para asesinar a treinta civiles palestinos – de momento – por cada civil asesinado por Hamás (ya sabemos que en el mercado de la justicia la carne del paria no vale lo mismo que la de uno de los nuestros, ¡pero treinta veces menos! ...).

Pese a todo, algunos intelectuales y políticos, especialmente de la derecha más necesitada de atención, declaran que lo de Gaza no es un feroz escarmiento destinado a convertir definitivamente a Palestina en un solar, sino una noble lucha entre la democracia y el fanatismo islámico. Es increíble que no hayan reparado que en Gaza hay cientos de miles de personas no radicalizadas por Hamás (aunque Netanyahu no pare de darles motivos), o que el actual gobierno israelí está controlado por fundamentalistas religiosos no muy distintos de los ayatolás iranies

Pese a todo, algunos intelectuales y políticos, especialmente de la derecha más necesitada de atención, declaran que lo de Gaza no es un feroz escarmiento destinado a convertir definitivamente a Palestina en un solar, sino una noble lucha entre la democracia y el fanatismo islámico. Es increíble que no hayan reparado que en Gaza hay cientos de miles de personas no radicalizadas por Hamás (aunque Netanyahu no pare de darles motivos), o que el actual gobierno israelí está controlado por fundamentalistas religiosos no muy distintos de los ayatolás iranies. En cualquier caso, ¿de verdad piensan estos intelectuales y políticos que es asumible sacrificar a treinta y cinco mil civiles (más de la mitad niños) para defender los valores occidentales de los que se ríen en la ONU los diplomáticos israelíes? ¿De verdad alguien cree que vamos a hacer más tolerantes y amantes de los DD. HH a los palestinos bombardeándolos y matándolos de hambre?

No se debe dejar de insistir en esto: casi veinticinco mil niños y adolescentes muertos y heridos (según la pérfida UNICEF), algunos con la cabeza partida en dos por francotiradores, otros (agonizantes, quemados, amputados) sin un mal analgésico que llevarse a la boca, otros deambulando solos y muriéndose de hambre por las calles, y otros – todos los que tengan la mala suerte de sobrevivir – incapaces para siempre de olvidar lo que han visto, sufrido y perdido… ¿De verdad que alguien cree que es ese el modo de defender la democracia israelí? ¿No habría que defenderla, más bien, de aquellos que la defienden? ¿Habrá alguien más antisemita que el propio Netanyahu y sus retorcidos apologetas?n

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