El Periódico Extremadura

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Daniel Salgado

Es decir

Daniel Salgado

En Europa se llaman elecciones

El 9J en España ha sido solo unos plebiscitos para Sánchez y Feijóo. Y los dos plebiscitarios, además, están bien, gracias

Colocacion mesas electorales

Durante la campaña de estas europeas, al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, no le ha motivado tanto el triunfo de su partido (a fin de cuentas, él no iba para eurodiputado) como la derrota del presidente del Gobierno. Y, por su parte, al líder de los socialistas y presidente del Gobierno le ha interesado más la derrota de Feijóo que el triunfo de su partido (al cabo, tampoco él iba en la papeleta). Pero no ha sido así por la obviedad de que el fracaso de uno conlleva la victoria del otro, y viceversa.

Durante la campaña, ninguno de estos dos líderes pensaba en Europa cuando mitineaba sobre Europa. Ninguno pensaba siquiera en su candidata: Dolors Monserrat por los ‘populares’ y Teresa Ribera por los ‘progresistas’ (los entrecomillados son necesarios porque los populares lo son por denominación, o sea, el nombre del partido, y los progresistas porque así se definen, porque así se consideran). Durante la campaña, Feijóo y Sánchez ni siquiera pensaban en sí mismos, por extraordinario y extraño que resulte, sino en el adversario, en el resultado del adversario, el cual les daría la medida exacta de su propio triunfo o derrota.

La razón es que estas elecciones, en España, han sido plebiscitarias. Estas europeas les han servido a Feijóo y a Sánchez para sendos plebiscitos nacionales. Así, el triunfo del Partido Popular sería una victoria de Feijóo y una indicación al presidente Sánchez de dónde estaba la puerta de salida, y el triunfo del Partido Socialista sería una victoria de Sánchez y una indicación a Feijóo de dónde debía continuar sentándose en el Congreso. Por decirlo de otro modo: la victoria del Partido Popular cuestionaría la legitimidad de Sánchez para seguir siendo presidente del Gobierno, y la victoria del Partido Socialista confirmaría que Feijóo debe continuar en la oposición.

Sin embargo, como se trataba de elecciones europeas, el pronóstico de Feijóo y el diagnóstico de Sánchez se han cumplido en carne ajena: Emmanuel Macron convoca elecciones en Francia, el primer ministro Alexander De Croo dimite en Bélgica y la ultraderecha se convierte en el segundo partido en Alemania. Menos mal que en España se trataba de plebiscitos

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De hecho, durante la campaña, Feijóo hizo un pronóstico en función de si el resultado le era favorable: a saber, que el presidente del Gobierno convocaría (o debía) convocar elecciones, y que la convocatoria de elecciones era lo menos perjudicial para el presidente, según Feijóo, porque lo que realmente debía hacer el presidente era dimitir. Por su parte, también durante la campaña, Sánchez no hizo un pronóstico, sino un diagnóstico, y también en función de si el resultado le era favorable o no: a saber, que si ganase la derecha, ganaba también la ultraderecha, puesto que ambas son ya una y la misma, y que el ascenso de la ultraderecha (que era previsible, por cierto) no se podía desvincular de la derecha, según Sánchez, porque la ultraderecha es incapaz por sí misma.

Concluida la campaña, llegado el 9 de junio y escrutados los votos, la sorpresa es que tanto Feijóo como Sánchez han superado sus plebiscitos, por lo que el pronóstico de Feijóo no es de obligado cumplimiento (el presidente del Gobierno no va a convocar elecciones) y el diagnóstico de Sánchez no es correcto, puesto que las ultraderechas (la novedad de Alvise Pérez) se han corregido entre sí y han obtenido entre ambas un porcentaje similar al de Vox en su mejor momento.

Sin embargo, como se trataba de elecciones europeas, el pronóstico de Feijóo y el diagnóstico de Sánchez se han cumplido en carne ajena: Emmanuel Macron convoca elecciones en Francia, el primer ministro Alexander De Croo dimite en Bélgica y la ultraderecha se convierte en el segundo partido en Alemania. Menos mal que en España se trataba de plebiscitos. Sí. Más que unas elecciones europeas, en España han sido solo unos plebiscitos. Y los dos plebiscitarios, además, están bien, gracias.

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